Vida OurenSana

La iluminación y las palabras

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Comprender que el estado de conciencia que uno tiene ahora mismo, en el instante presente, sea ansioso o tranquilo y meditativo, de satisfacción o insatisfacción, alegre o triste...puede ser ya la potencial iluminación misma, es a lo que se llama iluminación espontánea. Si no lo ves, y tratas de razonarlo, te alejas tú mismo de ella. Es al revés de como nosotros lo pensamos. La Iluminación siempre está ahí esperándonos, pero nosotros creemos que tenemos que buscarla muy lejos, que somos imperfectos, que es necesario una larga ascética, y es cierto, así es. 

¿Pero para qué es necesaria una larga disciplina ascética? Es necesaria para madurar, y así darnos cuenta de que la "espada sagrada" de la iluminación siempre ha estado ahí presente, y que éramos nosotros mismos, en su pretendida búsqueda, los que nos alejábamos de ella al pretender hacerla nuestra. Cuando comprendemos que cualquier movimiento que hagamos, buscando algo que creemos que nos va encumbrar más, por leve que sea, ya nos aleja del momento presente, con lo que ya nos aleja también de la Iluminación que ya teníamos, aunque no nos diéramos cuenta, entonces si hay posibilidades de que nos relajemos de verdad y nos centremos bien en el Ser que ya somos, en vez de andar divagando y confundiéndonos, con un sin fin de cosas ajenas al Ser que nos nutre y nos da vida.  

Se trata por lo tanto de comprender de una vez por todas, que la Iluminación ya la tenemos, pero con tanto deseo de búsqueda, estamos tan ofuscados en ello que no nos damos cuenta. Es pues, a estas alturas, más un ejercicio de reconocimiento que de búsqueda. De ver la propia luz que uno emite, que de buscar la luz en parte alguna. Claro que en esto hay que ser muy cautos, no pasarse ni quedarse, habrá quien no le ha llegado la hora de dar este paso, y por lo tanto lo mejor que puede hacer es seguir igual que estaba , y no ponerse a la espera como si le tuviera que suceder a la fuerza, pues solo produciría estancamiento. Pero puede que haya quien pueda dar ya este salto cuántico en el vacío, y sin embargo lo esté posponiendo, sea por temores infundados, o por querer creer que tiene que venir por su propio peso. Esto último es en parte verdad pero solo en parte. Si uno pone los pies al borde del abismo, puede que un golpe de viento lo empuje y pueda caer, o puede que alguien lo empuje y también caiga en el vacío. Pero si uno no pone los pies en el borde del abismo, cualquier circunstancia que le desequilibre y haga caer no logrará que caiga en el vacío, sino en el duro suelo de la tierra, y de él se levantará el hombre de nuevo,con la ayuda de la propia tierra en que ha caído, y recomenzará su ciclo hasta el próximo intento que será también fallido, hasta que no se canse y comprenda que no hay otro camino, que irse acercando al borde del abismo, aunque no sea aún capaz de tirarse sin paracaídas. La decisión siempre es delicada y muy personal, pues tampoco se trata de sentirse "kamikaze" por un momento, y tirarse al vacío en un acto histérico, para después irse arrepintiendo en la caída, y agarrarse a todos los "clavos ardiendo" que encuentre a su paso.

El que se precipita en su decisión sin haber madurado bastante lo va a pasar mal, que duda cabe, pero si tiene a su lado un buen guía y valor suficiente, tiene mas posibilidades que el que prefiere ir "lento pero seguro", siempre posponiendo el afrontar de una vez por todas su situación existencial. 

Como siempre ni uno ni otro son el tipo ideal del "hombre de la Vía", pues éste trataría de transcender ambas actitudes ampliando así su ecuanimidad, y alcanzando así la madurez suficiente para dar el salto, como una cosa importante pero no terrible, que no tiene consecuencias negativas de ningún tipo para su ego. que no le va crear "espanto alguno" sino por el contrario le va a librar de ellos, sobre todo del espanto mayor del ser humano: el de la muerte. 

Todo aquel que haya dado "El Salto" ha perdido con ello gran parte del temor instintivo natural a morir, y el 100% del temor fantasioso normal del ser humano. Esto es así porque el salto al insondable vacío implica la perdida del ego, y donde no hay ego ¿Como va a haber quien tiene miedo a morir? Esto son las palabras. Esta es la teoría. Es necesario primero conocer la teoría para después realizar la práctica . Siempre queda, aún después de haber saltado al otro lado, un ego residual que sigue temiendo lo desconocido... pero menos... menos... mucho menos que antes.

Una vez que desaparezca la angustia existencial de la muerte, todas las otras angustias y miedos o temores, normales o no, de la vida, desaparecen automáticamente. Por eso es tan importante implicarse con todas las fuerzas en dar el "salto". El que solo anda probando, tanteando ésta o aquella técnica, mirando los pros y los contra, pactando consigo mismo hasta dónde debe entregarse... no llegará muy lejos en esta gran aventura del camino espiritual que no tiene nombre alguno, pero que es el "Gran Camino" y la "Gran Aventura".

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