Lo primero que debo transmitir es la importancia de identificar bien la emoción que hay detrás de esa relación con la comida porque muchas veces hablamos de ansiedad cuando lo que hay realmente es tristeza, estrés, frustración, miedo, …
Hablaremos de cómo poder gestionar el hambre emocional pero es importante saber que problemas emocionales, cuando se identifican como más habituales y patológicos, deben trabajarse en terapia psicológica ya que la comida es un parche y hay que ir al foco del problema.
Para momentos de hambre emocional os proponemos que tratéis de hacerlos conscientes a través de las siguientes preguntas:
¿Cómo me siento?, ¿qué necesito para sentirme bien?
¿Qué recursos tengo? Elaborar una lista con recursos además de la comida, por ejemplo: leer, dar un paseo, bailar, hacer manualidades, … y así podréis elegir en ese momento y quizás no siempre se la comida.
En caso de elegir comer, ¿qué me apetece?, ¿qué cantidad no supondría un problema?. Preparar la ingesta, servir en una bandeja e irte a un lugar tranquilo y agradable y comerlo con calma y disfrutando.
