El Papa Benedicto XVI inició ayer su primer viaje oficial a Francia incidiendo en que un laicismo sano no es contradictoria con la fe. El presidente galo, Nicolas Sarkozy, que lo recibió en el aeropuerto, defendió su concepción del laicismo positivo como una invitación al diálogo, la tolerancia y el respeto y aseguró que para las democracias sería una locura privarse de las religiones. El pontífice estará hoy en el santuario de Lourdes, que conmemora el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen.
La defensa de las raíces cristianas de Francia y Europa y la apuesta por una laicismo sano marcaron la primera jornada de la visita del Papa a París, donde criticó que en las ciudades ya no hay altares y Dios se ha convertido en el gran desconocido. Camino de Lourdes, en los Pirineos, donde conmemorará el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen, Benedicto XVI hizo escala en París, donde fue recibido con todos los honores por el presidente, Nicolas Sarkozy, y donde desarrolló una apretada agenda de marcado carácter político y cultural.
En el avión que le trasladaba desde Roma a París ya adelantó lo que serían las líneas de su discurso ante las autoridades de la laica Francia: que el laicismo en sí mismo no es contradictorio con la fe, sino que la fe es fruto de una laicidad sana. Ya ante Sarkozy, en el Palacio del Eliseo, el Papa Ratzinger apostó por un laicismo positivo para una comprensión más abierta de la Iglesia y del Estado, después de precisar que la desconfianza del pasado se ha transformado en un diálogo sereno y positivo.
Según el obispo de Roma, es fundamental insistir en la distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos y por otra parte tener una clara conciencia de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias. Sarkozy defendió su concepción del laicismo positivo como una invitación al diálogo, la tolerancia y el respeto y aseguró que para las democracias sería una locura privarse de las religiones.
Diálogo con las religiones
El mandatario afirmó que dialogar con las religiones es legítimo para la democracia y respetuoso con el laicismo y, tras señalar que conoce la importancia de las religiones para responder a la necesidad de esperanza de los hombres, dijo que la búsqueda de espiritualidad no es un peligro para la democracia ni para el laicismo. La sintonía entre el Papa y Sarkozy fue duramente criticada por el Partido Socialista Francés, que exigió al Jefe del Estado que sea el guardián de los principios de laicismo que rigen en el país.
Tras el encuentro, todas las miradas se trasladaron al Colegio de los Bernardinos, edificado en 1247 por los monjes cistercienses, donde el Papa pronunció una lección magistral ante el mundo de la cultura, en la que disertó sobre el origen de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea y en la que subrayó que a través de la razón se puede llegar a Dios.
El Papa alemán analizó los escritos del apóstol Pablo, quien en sus cartas a los corintios aseguraba que donde hay Espíritu (Cristo) hay libertad. Sería fatal si la cultura europea llegase a entender la libertad solo como la falta total de vínculos y con esto favoreciese el fanatismo y la arbitrariedad, afirmó.
Benedicto XVI agregó que la situación actual es muy distinta de la que Pablo encontró en Atenas, pero que en muchas cosas es bastante análoga. Nuestras ciudades ya no están llenas de altares e imágenes de múltiples divinidades. Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran desconocido, criticó.
En el avión que le trasladaba desde Roma a París ya adelantó lo que serían las líneas de su discurso ante las autoridades de la laica Francia: que el laicismo en sí mismo no es contradictorio con la fe, sino que la fe es fruto de una laicidad sana. Ya ante Sarkozy, en el Palacio del Eliseo, el Papa Ratzinger apostó por un laicismo positivo para una comprensión más abierta de la Iglesia y del Estado, después de precisar que la desconfianza del pasado se ha transformado en un diálogo sereno y positivo.
Según el obispo de Roma, es fundamental insistir en la distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos y por otra parte tener una clara conciencia de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias. Sarkozy defendió su concepción del laicismo positivo como una invitación al diálogo, la tolerancia y el respeto y aseguró que para las democracias sería una locura privarse de las religiones.
Diálogo con las religiones
El mandatario afirmó que dialogar con las religiones es legítimo para la democracia y respetuoso con el laicismo y, tras señalar que conoce la importancia de las religiones para responder a la necesidad de esperanza de los hombres, dijo que la búsqueda de espiritualidad no es un peligro para la democracia ni para el laicismo. La sintonía entre el Papa y Sarkozy fue duramente criticada por el Partido Socialista Francés, que exigió al Jefe del Estado que sea el guardián de los principios de laicismo que rigen en el país.
Tras el encuentro, todas las miradas se trasladaron al Colegio de los Bernardinos, edificado en 1247 por los monjes cistercienses, donde el Papa pronunció una lección magistral ante el mundo de la cultura, en la que disertó sobre el origen de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea y en la que subrayó que a través de la razón se puede llegar a Dios.
El Papa alemán analizó los escritos del apóstol Pablo, quien en sus cartas a los corintios aseguraba que donde hay Espíritu (Cristo) hay libertad. Sería fatal si la cultura europea llegase a entender la libertad solo como la falta total de vínculos y con esto favoreciese el fanatismo y la arbitrariedad, afirmó.
Benedicto XVI agregó que la situación actual es muy distinta de la que Pablo encontró en Atenas, pero que en muchas cosas es bastante análoga. Nuestras ciudades ya no están llenas de altares e imágenes de múltiples divinidades. Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran desconocido, criticó.