Llivia, en Francia, y cuatro islas de la Micronesia, se mantienen como los últimos reductos del Imperio Español fuera de nuestras fronteras, una situación que ha permanecido 'olvidada' durante muchísimos años.

De Llivia a la Micronesia

Llivia, enclave en Francia que se mantuvo bajo soberanía española gracias al tratado de los Pirienos del siglo XVII. (Foto: XXX)
Es una de las noticias más sorprendentes del año: el caduco Imperio Español todavía tiene un par de sucursales desconocidas fuera de la península lo que ?paradójicamente- permitió que continuaran de una u otra forma bajo soberanía nacional.
Un caso es el de Llivia, enclave en Francia que se mantuvo bajo la soberanía española gracias a que el tratado de los Pirineos del siglo XVII, por el que se cedió la Cerdaña y el Rosellón al país vecino, señalaba de forma expresa que pasaban a manos galas ciudades, pueblos y aldeas, pero Llivia era una villa, por lo que no cambió de bandera y así sigue, siendo visitada por Alfonso XIII a principios del pasado siglo, último momento de gloria de este hermoso municipio -muy catalán y con alcalde de CiU- al otro lado de los Pirineos que es una suerte de Gibraltar, pero sin conflictos ni irredentismos.

Algo similar, pero todavía más curioso y hasta ahora apenas publicitado, ocurrió a finales del siglo XIX cuando España vendió sus miles de territorios de la Micronesia a Alemania (archipiélagos de Marianas, Carolinas y Palaos) y posteriormente se vio obligada a ceder el resto (Guam) a Estados Unidos tras la guerra de Cuba y Filipinas. El inventario exhaustivo del 'traspaso' dejó fuera a cuatro grupos de islas típicamente paradisíacas: Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea. Por tanto, legalmente pertenecen a España, pero debido a que su valor económico y estratégico es mínimo el Gobierno español no las ha ocupado de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y los EEUU por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron allí.

Son islas literalmente en el medio de la nada, pero que ahora mismo tendrían su valor estratégico, turístico y sentimental. Una de ellas, el atolón de Pescadores, cuenta incluso con población, medio millar de habitantes que legalmente son españoles a todos los efectos, conformando lo que sería la 18 Comunidad Autónoma, ésta en Oceanía. Pescadores tiene una superficie de algo menos de dos kilómetros cuadrados, similar por tanto a las Cíes o al Principado de Mónaco. Indonesia la reclama como propia, pero tampoco ha realizado grandes gestos y se limita a mantener una soberanía 'de hecho' sobre esta parte del territorio español tal alejada de la metrópoli como ignota.

Según se explica en distintas fuentes seguras, el 'descubrimiento' se debe a Emilio Pastor, investigador del CSIC, quien el 5 de marzo de 1948 escribió una carta donde 'denunció' la existencia de las cuatro islas en la zona y pudo conformar que se mantienen como territorio español, porque nunca dejaron de serlo. Tal fue su relevancia que llegó a ser tratado en un Consejo de Ministros por Francisco Franco el 12 de enero de 1949 pero como se aseguró en el mismo: 'Mientras no se aclare el asunto, procede esperar antes de efectuar gestión alguna con los Estados Unidos o con las potencias amigas que forman parte de la ONU, ya que España no tiene contactos con la ONU ?el país estaba entonces repudiado internacionalmente por su régimen y aislado- y sería ésta la que habría de resolver sobre la suerte definitiva de esas islas de Micronesia que pertenecieron al Japón'.

El asunto acabó olvidado por el régimen y por los gobiernos democráticos, hasta ahora en que ha vuelto a aparecer por entidades privadas interesadas en la divulgación de esta tierra cuya visión trae a la imaginación los mundos que pintó Gauguin.

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