El presidente de Rusia, Vladímir Putin, concedió la ciudadanía rusa al actor Gerard Depardieu, tras su renuncia al pasaporte francés por la decisión del Gobierno galo de aumentar al 75% los impuestos de los más ricos.

Mito francés, ciudadano ruso

El actor Gerard Depardieu.
El mito del cine y de todo lo que significa ser francés, Gerard Depardieu, enfrentado al Gobierno socialista de su país por el aumento de los impuestos a los ricos, recibió ayer la ciudadanía rusa por obra y gracia de Vladímir Putin. El Kremlin explicó que al actor, que ha interpretado durante su carrera a personajes inolvidables como Obelix o Cyrano de Bergerac, se le concedió el pasaporte debido 'a su enorme contribución' a la cultura y cinematografía rusas.
Depardieu, que ha expresado su deseo de renunciar a la ciudadanía gala en protesta por la decisión del Gobierno de elevar al 75 % los impuestos a los más ricos, barajaba varias opciones, pero finalmente optó por la madre Rusia, conocido paraíso para las grandes fortunas.

Putin firmó ayer en un tiempo récord el decreto de concesión del pasaporte ruso a Depardieu, nacido en Francia en 1948, en virtud del artículo 89 de la Constitución rusa, cuando otros solicitantes deben esperar varios años.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, explicó que 'Depardieu ha participado en grandiosos proyectos cinematográficos e interpretado papeles como su famoso Rasputín, que aunque aún no ha sido estrenado en Rusia, es una interpretación nueva y muy valiente de ese personaje', dijo.

El presidente ruso ya le había garantizado públicamente el mes pasado la concesión de la ciudadanía si el artista renunciaba a la francesa, aunque matizó que 'él se considera francés'. 'Se considera europeo y ciudadano del mundo. Pero quiere mucho a su país, su cultura y la vive. No está atravesando un buen momento, pero esto acabará', apuntó.

El caso es que la legislación rusa y francesa tienen algo en común: uno no puede renunciar a la ciudadanía de manera voluntaria, y sólo puede ser privado de ella por otros motivos (alta traición), como ocurría con los disidentes soviéticos.

Tradicionalmente, era Francia la que daba asilo a grandes figuras de la cultura rusa como el pintor Vasili Kandinski, el cineasta Andréi Tarkovski, el bailarín Rudolf Nureyev o el tenor Fiodor Shaliapin.

La veterana activista de los derechos humanos soviética y rusa, Ludmila Alexéyeva, recibió ayer a Depardieu con los brazos abiertos; mientras el viceprimer ministro, Dmitri Rogozin, pronosticó una invasión de millonarios europeos debido a la baja presión impositiva en este país (13 %).

El controvertido jefe de Chechenia, Ramzán Kadírov, reiteró en Twitter su invitación a Depardieu para residir en la república caucasiana, que ha recuperado en los últimos años la estabilidad. 'Depardieu renunció a la ciudadanía francesa. Tendrá sus razones; si no habría actuado así. No voy a juzgar sus actos. Lo que puedo asegurar es que estamos dispuestos a acoger a este legendario artista', dijo en el pasado diciembre.

Mientras, en Bélgica se informó de que la decisión del Kremlin dificultará los planes de Depardieu de obtener también la ciudadanía belga, donde ha trasladado su residencia fiscal. Depardieu aseguró hace unos días que no reconsideraría su decisión después de que el Consejo Constitucional francés rechazara la medida de Hollande.

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