Revisado el caso del hombre en coma desde 1989 por una operación

Un nuevo testigo en la operación de Antonio Meño, en coma desde hace 21 años por una presunta negligencia médica durante una rinoplastia, manifestó ante la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo que el anestesista Francisco G.
M. no comprobó que el tubo que le permitía respirar durante la intervención estaba desconectado, lo que provocó que sufriera 'una apnea transitoria que le llevó a un daño cerebral'. El Alto Tribunal celebró una audiencia tras admitir un recurso de revisión de sentencia firme interpuesto por el abogado de la familia. Ahora, la Sala Primera de lo Civil del Supremo deberá decidir si revoca la sentencia.

La versión de este nuevo testigo da un vuelco inesperado al caso. Frade, que en aquel momento era médico aprendiz, relató que, cuando la operación estaba a punto de terminar, el chico sufrió una alteración del ritmo cardíaco. 'El anestesista no estaba y se avisó a la enfermera auxiliar para que le llamara. A los minutos llegó y comprobó que el tubo de anestesia por el que respiraba estaba desconectado. Dijo: ¡Dios mío, está desconectado!', recordó el testigo. 'No hubo ningún vómito. Jamás se salió el tubo de la tráquea. Se produjo una desconexión de la parte exterior que le unía al respirador. No se le suministró oxígeno y sufrió una apnea transitoria que le llevó a un daño cerebral', precisó.

El recurso de revisión impugna el fallo que condenó a los padres de Meño a pagar 400.000 euros por las costas procesales y el embargo de su casa. Meño quedó en coma en julio de 1989. Su familia llevó el caso a los tribunales, siendo condenado el anestesista de la clínica Nuestra Señora de América a indemnizarlos con un millón de euros. La Audiencia Provincial de Madrid anuló la sentencia.

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