Por la mañana, cuando la temperatura aún no llega al millón de grados, se pueden dar un paseo agradable hasta la biblioteca.
Por la mañana, cuando la temperatura aún no llega al millón de grados, se pueden dar un paseo agradable hasta la biblioteca. Digo agradable porque pueden llegar sin círculos debajo de las axilas ni la cara brillante a lo Tita Cervera y, no sé, ese llegar fresca siempre da una prestancia que viene bien para los actos lúdico culturales. Digo.
Si llegan antes de las once y media y tienen un rato, pueden subir y echar un ojo rápido a las novedades y a los libros destacados, siempre hay algo chulo que coger. Si llegan en punto, métanse de cabeza en la sala del Cine Clube porque dan “Kirikou y la bruja” que imagino que les suena, pero por si no, les diré que es una película de dibujos animados con tremenda pinta de peliculón. 
Y si llegan tarde, pues como habrán llegado a la carrera y tendrán el look Tita que les comentaba, les recomiendo que hagan un “Ya me la veré un día online” y recuperen su dignidad maltrecha quedándose un rato en el hall de la biblioteca (está tan fresquito…) hasta que su temperatura vuelva a ser decente. Después vayan al baño (está en el piso tercero pero pueden usar el ascensor para no aumentar los brillos faciales), refrésquense axilas, cuello y cara y luego, ya como petunias fragantes, salgan a la calle, crucen y, entren al café Soria.
Allí se piden una cerveza, les ponen un pincho, se miran otra vez La Región (siempre hay algo que queda sin leen bien) y hacen sus planes para ir por la tarde a la Plaza de San Marcial, ya con la fresca, a ver el documental “Videocartas Galiza-Berlín”, que lo proyectan allí en plan cine de verano. Lo he gugleado y no tiene mala pinta. Además es gratis. Y, mientras, pueden tomar una cerveza. Otra. No se juzguen: están de vacaciones.
Mira Ourense
Urbanismo irracionalista
Esta imagen es como si llegara Dalí, se leyera un tratado de Racionalismo aplicado a la arquitectura y dijera: “¿Sabéis qué? Como el rollo Bauhaus lo veo muy cuadriculado, yo casi que voy a hacer lo contrario; no sé, con estas pintas que me gasto y los cuadros que pinto, voy a ver si le doy una vuelta al concepto de Racionalismo”, y se viniera a Ourense y diseñase una fachada donde la ventana esté a ras de calle y la puerta un poquito más arriba. Y cuando la acaba, consigue que construyan su locura en pleno centro histórico. Y se queda tan ancho.
Bueno, seguro que hay otra explicación mucho más lógica y menos disparatada. Pero a mí esta es la que me va. Me he inventado toda una historia alrededor de la visita de Dalí a Ourense, que si se hizo coleguita de Risco y andaban por ahí visitando pitonisas, que si se enamoró de la, ya madura pero aún espléndida, Bella Otero… Un día se la cuento (o, mejor, no).
En fin. Puerta encima de ventana. Ourense. Así somos.
Dulce hogar
Volvemos en unos minutos
Cuando era pequeña, para matar el aburrimiento de la publicidad en medio de las películas o programas, jugaba con mis hermanas a adivinar los anuncios. La mecánica era complicadísima: la primera que dijera producto y marca ganaba. Fin. (Ser pequeña: no sé si da melancolía, ternura o un poco de vergüenza ajena)
Como ahora ya no vivo con ellas, he aprendido a distraerme de otra forma con los anuncios. Hay un primer grupo de anuncios: los que están bien. Son pocos pero ahí están, esforzados. De estas últimas semanas destaco los de Navidul, (“marroncito casi beige” es una de las frase más faltonas y graciosas que he oído en mucho tiempo), el de ING de la señora mayor, el de Meetic de la discoteca con el tipo dándolo todo y el de Fortasec en el cine.
Después están los anuncios que no solo no son buenos ni divertidos sino que, además, me causan ganas de arrancarme los brazos para tirárselos a la pantalla. Con esos lo que hago es insultar a la persona o personas que salen o hacer mi propio doblaje (llenito de insultos y menciones super maduras a actos fisiológicos varios). Incluyo aquí cualquiera en el que salga Paula Echevarría, los de Nivea for Men con esa recua de jugadores del Madrid (diosss, lo mejorcito de cada casa está ahí), el de Matías Prat llamando por teléfono para insistirte con los seguros, los de Activia y los de Ampeed.
Si no son tan tontos como yo y pasan de quedarse sentados ante la publicidad que dan en la tele, les recomiendo que echen un ojo (youtube, siempre) a los Festivales de Publicidad de Cannes: eso sí son anuncios, qué digo anuncios, obritas de arte. Vean cualquiera, si no.
