VERANO EN OURENSE

Tras el calor extremo llega la calma

<p></p>
photo_camera Las calles del centro de la ciudad estaban desiertas por el intenso calor durante la tarde de ayer.

En la provincia, el municipio de Leiro, marcó la máxima española con 42 grados; la ciudad, superó los 41. La alerta por altas temperaturas desaparece a lo largo de hoy,después de más de 24 horas de calor sofocante.

Durante la jornada de ayer, la ciudad llegó a los 41,6 grados en algún momento de la tarde. Las altas temperaturas vividas en Ourense, que incluyeron una alerta naranja en la zona del Miño, se sumaron a las máximas registradas en provincias como Toledo y Ciudad Real, que llegaron a los 42 grados, al igual que el municipio de Leiro, en Ourense, que marcó la máxima española. Así, la provincia volvió a estar un día más entre las más calurosas del país. A partir del miércoles, las máximas se irán suavizando, rondando los 30 grados en la ciudad, y de cara al fin de semana la situación se volverá más fresca.

Las agencias meteorológicas, por lo tanto, retiran ya las alertas por calor a partir de hoy en Galicia y la previsión habla de que lo peor ha pasado. Como cada verano, los ourensanos siguen aguantando el tipo en situaciones como esta y aprovechan cualquier oportunidad para refrescarse y soportar el tiempo estival cuando el sol les da un respiro, como se ha podido palpar en el propio pulso de las calles en las últimas horas.

"Al mediodía la gente parece que se esconde. No es hasta la noche cuando empiezas a ver movimiento en la calle y en los locales", destaca María, camarera en el restaurante Aldea da Grella, de la calle Doutor Marañón. Las primeras horas de la mañana son el momento favorito para hacer recados, compras, y otros asuntos rutinarios, aprovechando que el termómetro todavía no alcanza su nivel más alto. Luego, los ciudadanos evitan ponerse al sol, tomando sus casas y lugares con sombra como mejor refugio ante las altas temperaturas.

LA ZONA VIEJA, DESIERTA

Durante la mañana de ayer, la tradicional feria volvió a la Praza de Abastos, donde los compradores se amontonaban en los puestos con sombras, refugiándose de los rayos de sol para poder realizar sus compras. El mercurio llegaba entonces hasta los 35 grados. En las calles del casco histórico muy pocos se atrevieron a soportar las intensas temperaturas bajo la solanera. Los amplios muros de los edificios emblemáticos constituyen también refugios en los que la temperatura se suaviza. Sin embargo, tampoco los turistas parecen dispuestos a hacer colas a pleno sol para acceder a ellos. "Dentro de la Catedral se aguanta muy bien, pero no se ven muchos turistas, quizás porque no están acostumbrados a este tiempo", comentaba Celia, una anciana que acude a diario al templo.

BARES Y CAFETERÍAS

En las numerosas terrazas de la ciudad tampoco se apreció ayer mucho movimiento durante las horas centrales del día. A partir de las ocho de la tarde, cuando baja un poco el sol y comienza a refrescar, los bares y cafeterías empiezan a ver como los consumidores se acercan para tomar algo. "Los clientes no aguantan al sol y la terraza apenas tiene gente hasta por la noche. Cuando hay más sombra y refresca un poco la tarde, se llenan y no podemos cerrar hasta bien entrada la madrugada", comenta Sebas, propietario del bar Montgre, en la calle Juan XXIII. La clientela de estos locales de la ciudad disfruta del buen tiempo de las noches estivales consumiendo refrescos fríos, agua y cerveza para hacer frente al calor de la jornada.

Lugares como el centro comercial Ponte Vella o el interior de ciertas cafeterías son los destinos favoritos de los habitantes de la ciudad para aguantar las temperaturas gracias a los sistemas de aire acondicionado. Los helados, granizados y los lugares con amplias zonas de sombra permiten hacer más llevaderas las jornadas de calor de los últimos días.

"Hasta última hora de la tarde no salgo de casa. Antes es imposible estar en la calle y las duchas frías son el mejor aliado para ir aguantando", afirma David, un estudiante que pasa el verano trabajando en Ourense. Las piscinas, el río o las escapadas a la playa son otras alternativas que muchos se plantean para pasar las tardes, momento en el que más calor se vive en calles de la ciudad.

"En esta época, no puedo aguantar ni en mi propia casa, así que suelo quedar con mis amigos o mi novia y nos vamos a refrescar a sitios como Cenlle. En el centro no hay quien pare" destaca Guillermo, uno de tantos ourensanos que pasa este año sus vacaciones en la ciudad.

A LA PISCINA

La situación de alerta por altas temperaturas también beneficia a los hosteleros responsables de los típicos chiringuitos que se montan cada año en las piscinas de la provincia. "Cuanto más calor, mayor consumo. La gente se refugia en el agua o a la sombra tomando alguna bebida fría. No hay quien aguante en las toallas, sobre todo antes de las cinco de la tarde", señala José Manuel, gerente de uno de estos establecimientos en las piscinas del Concello de A Merca.

En situaciones como la de los últimos días, los ourensanos hacen uso de su ingenio, la mejor arma para encontrar soluciones que ayuden a que el calor sea más llevadero. Un calor que, de todos modos y en opinión de los meteorólogos, no resulta algo inusual para estas fechas, aunque estos picos disparen el consumo, la venta de aparatos de aire acondicionado y ventiladores, y pongan en guardia a los colectivos más vulnerables: niños y ancianos. Con la caída de la alerta, a partir de hoy, el ambiente ourensano volverá a aproximarse a su temperatura media estival.

Te puede interesar