A la deriva

 (Foto: Xoán Baltar)
El drama de la inmigración ilegal provoca conmoción social y llega a todas partes, como lo demuestra la autora desde el interior de Argentina, relatando la muerte y el viaje a ninguna parte en el interior de una patera o un cayuco.
El naranja intenso de la embarcación competía con el sol. Todo lo demás era plata. Las nubes, el agua, el silencio.

A babor, el horizonte tan gris como el humo, los vigilaba. A estribor, la soledad golpeaba salada contra las caras ocultas entre finas gasas.

Un desierto mojado planchaba la tarde. La proa no conducía hacia ningún lugar en particular. Iban a la deriva, echado sus muertos al mar. Ningún puerto los aceptaría. En sus bodegas y en sus entrañas tenían incrustada la peste del exilio.

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