Emilio Álvarez regresa cada agosto de Vitoria a Carballiño desde hace 30 años, mientras, Inés Romero y Eduardo Falces aprovechan la hospitalidad de un amigo para disfrutar, en A Bola, de unas merecidas vacaciones tras 29 años de matrimonio

Ourense, destino estival de Euskadi

El mes de agosto es siempre el elegido por Emilio Álvarez Fernández, 'Pisco', para cerrar el restaurante que regenta en el casco viejo de Vitoria y regresar a su aldea natal, Longoseiros, en Carballiño. Un viaje que realiza desde que, 'no ano 1979 decidín encargarme do negocio dos meus tíos, e paso as vacacións na casa dos meus primos, na aldea, e tamén xunto uns tíos meus, na vila carballiñesa'.
Recuerda que, 'ata hai tres anos, viaxaba neste mes por outras partes de España e de Europa, sempre uns 15 días, pero non o fago dende que morreu unha persoa que sempre me acompañaba'. Emilio Álvarez, de 54 años, señala que 'a crise económica en Euskadi non se nota tanto coma aquí, en Galicia, pero si apréciase un certo descenso á hora de tomar viños, a diferencia das comidas, que se manteñen'.

Para paliar el descenso de clientes, 'un grupo de 20 locales da mesma zona facemos unha promoción tódolos venres, un viño a un euro acompañado por un pincho, e está a ter moita aceptación', comenta. 'Pisco' añade que 'no barrio de Zaramaga, onde estou eu, hai moitos hosteleiros ourensáns, a maioría de Xinzo, Maceda e Allariz'.


DE LA CIUDAD AL CAMPO

Más que la crisis, las ganas de disfrutar de unas vacaciones después de 29 años de casados fue lo que motivó la visita de Eduardo Falces e Inés Romero al concello rural de A Bola, con la excusa de visitar a un buen amigo de la juventud, Antonio Corbillón. Oriundos de la ciudad de Eibar (Euskadi), este matrimonio con dos hijos y una nieta, recorría los 608 kilómetros que separan el municipio guipuzcoano de Fontes (A Bola) para 'aprovecharse' de la hospitalidad de los amigos. 'En la década de los años 70, Antonio y yo trabajamos juntos en Laster, una empresa de material de oficina, y como ocurría entonces, pasó una temporada viviendo en mi casa', relataba Eduardo Falces.

La amistad y el cariño se mantuvieron desde entonces, pero no ha sido hasta ahora cuando el matrimonio se ha animado a visitar la provincia. 'Yo vine una Semana Santa hace 35 años porque Antonio quería enseñarme su tierra, entonces conocí la mágica capilla de San Miguel de Celanova y los antiguos caminos en piedra que rodeaban los núcleos de Fontes, Barreal y O Campo de Soutomel, de los que hoy apenas queda uno en pie a causa de la Parcelaria', relata Falces, quien destacó que 'lo que es igual es la gente, acogedora, servicial y siempre dispuesta'.

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