Más de 250.000 personas acompañaron a la imagen religiosa por los distintos puntos del recorrido procesional

Vigo muestra su devoción al Cristo

Miles de vigueses caminan junto a la imagen del Cristo de la Victoria ayer, en Vigo. (Foto: SALVADOR SAS)
Miles de personas acudieron ayer a la procesión del Santísimo Cristo de la Victoria, uno de los actos más señeros de la Semana Grande de Vigo que, como marca la tradición, partió de la Concatedral y desembocó en el barrio pesquero del Berbés, donde fue recibido con bombas y cohetes.
Con el final del oficio religioso, la talla del Cristo de la Victoria salió haciéndose sitio entre la multitud que hacía intransitables las calles del Casco Vello. Llevada por 19 costaleros: 14 alrededor y cinco debajo del carro, la imagen más venerada en la ciudad acudió a su cita anual con sus fieles. Fue recibida con aplausos y con el canto del himno de la Cofradía.

Con un ritmo lento y pausado, la comitiva bajó la rúa Real. Precediendo al Cristo, desfilaron Andrés Amor, portador del estandarte del Cristo, junto a dos de sus hijos, y justo delante del carro,. Manuel Sanjurjo, Hermano Carrero.

Detrás de la imagen, caminaron Marora Martín -Caloto, Hermana Mayor, y el pregonero, Luis Espada, seguidos por otros cofrades. Un poco más atrás, iban la curia y las autoridades, encabezadas por Teresa Egerique, encargada de llevar el pendón como concejala más joven, vestida de negro con mantilla y peineta; la seguía el alcalde Abel Caballero con el bastón de mando, ambos flaqueados por policías con el uniforme de gala.

De la corporación municipal, tan sólo acudieron los miembros del PSOE y del PP. Cerrando el grupo de los políticos, la delegada territorial de la Xunta, Lucía Molares; el presidente de la Autoridad Portuaria, Ignacio López- Chavez, y la presidenta del Consello Económico-Social, Corina Porro.

Emoción, espiritualidad y solemnidad caracterizaron una procesión que tardó casi una hora en llegar al Berbés, donde le ofrecieron las salvas. Allí se sumaron a la cabecera tres policías motorizados con el uniforme de gala. Un poco más adelante, en la Praza dos Ratos, se incorporaron la Adoración Nocturna y la Orden de los Caballeros.

El tiempo acompañó con una temperatura agradable que hizo más llevadera la espera. La cabecera de la procesión continúo su lento recorrido dirección a las Avenidas. En las aceras y en la pasarela de A Laxe miles de fieles se agolparon para poder ver pasar al Cristo seguido por una auténtica marea humana, que llegó dos horas después de salir del templo. El olor a cirio se confundía con el aroma a perfume aumentando la sensación de solemnidad.

El impresionante silencio sólo se rompió por la misa y las canciones retransmitidas por megafonía y con la marcha marcada por la banda de música de la Unión Musical de Coruxo. Como cada año, el momento más emotivo tuvo lugar en la Porta do Sol, con la tradicional ofrenda floral. Miles de devotos esperaron pacientemente la llegada de la imagen. Y por fin, pausadamente, el Cristo entró en la Concatedral.

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