Patricio Mango, el reciclaje también es arte

Patricio Mago
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Entrevista con Patricio Mango, vecino de Carballeda de Avia que da rienda suelta a su creatividad con piezas de material reciclado

Patricio Mango lleva desde la pandemia en Galicia y desde hace algo más de dos años en Carballeda de Avia. Un lugar desde donde da rienda suelta a su creatividad creando piezas a base de material reciclado. Piezas inspiradas en el mundo marítimo y con base de maderas que trae el mar a las playas, herramientas oxidadas que aparecen a su encuentro o chapas. El resultado, asombrosos peces llenos de vida que nadan en exposiciones en diferentes puntos de Galicia. Paralelamente, el teatro y la música acompañan la vida de este artista de origen argentino que ha encontrado en el rural ourensano un deseado y tranquilo donde desarrollar sus proyectos.

La primera pregunta es casi obligada… ¿cómo llegó a Carballeda de Avia desde sus Buenos Aires natal?

Como ocurre tantas veces, por mi compañera. Llegamos a Poio, de donde es ella, en el mes de diciembre del 2019 y, unos meses después, marzo del 2020 nos pilló la pandemia. En esos meses de medio estábamos viendo qué hacer en el futuro, pero todo se paralizó. Lo que sabíamos es que nos gustaría vivir en el rural y, también por parte de mi pareja, tenía antepasados en la comarca del Ribeiro. Cuando pudimos movernos libremente encontramos una casa que nos enamoró y aquí estamos encantados desde hace dos años.

Es en su taller ubicado en la localidad donde desarrolla toda su creatividad artística, pero, ¿cómo comenzó todo?

Desde siempre me llamó todo lo relacionado con la creatividad. Estudié publicidad, supongo que ese fue el modo más “académico” de darle rienda suelta. Un mundo en el que trabajé aunque, de modo paralelo, comencé a interesarme por las artes escénicas y sus diferentes técnicas. Ese ámbito me llevó a lo que se llama teatro de objetos, el que no tiene como figura central a una persona humana, sino objetos, en su sentido más amplio. Con un predominio más visual. Concretamente al mundo de las máscaras, y ahí ya entra la parte más plástica. Aunque el trabajo de artesanía manual estaba ahí. Latente. Pero de forma más autodidacta. Siempre me entretuvo armar, desarmar, experimentar, romper…

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¿Con qué materiales comenzó su trabajo?

En Argentina, el primer proyecto que llevé a cabo fue “Extrogotes” elaborado a base de crear animales de pequeño tamaño con de chatarra electrónica. Ya en Galicia, y en plena pandemia, el arte fue un modo de respirar. De evadirme. En ese momento tocó agarrar lo que había en el garaje y ponerme a crear. Y estando en Poio, Rías Baixas, el mundo marítimo estaba muy presente. 

Y ahí comenzó este proyecto en el que los peces tienen especial protagonismo.

No podía ser de otra manera con el paisaje que observaba cada día. Aunque, ahora que me acuerdo, ya había creado algún pez en Buenos Aires alentado por un amigo que me habló de un artista barilochense que basaba su trabajo en la creación de animales con material de reciclaje. Piezas que regalé antes de venirme a Galicia. Y si te digo la verdad, no tengo ni idea de porqué peces (risas). En Poio quizás seguí esa línea pensando en algo que pudiese hacer y que llamase la atención en la zona. Hice tres primeros peces para mí, personalmente. Pero los publiqué en Facebook y me escribió una chica cuya pareja tenía un restaurante en Aldán y estaba interesada en que expusiera mi trabajo. De aquellas solo eran cuatro piezas… y enseguida se vendieron.

¿Siempre utilizó material reciclado? 

Sí, siempre. Desde alguna madera que trae el mar a chapas. Todo es siempre 100% reciclado, recuperado o restaurado. Lo que nunca utilizo es el plástico. Me da la sensación de que ya hay demasiado en el mundo como para exponerlo. Además, no es un material que me atraiga y creo que eso es esencial para poder desarrollar tu creatividad. 
En Poio solía aprovechar las maderas que llegaban a la costa, aún cuando vamos allí aprovecho para hacer acopio de material. Cuando llegamos a Carballeda, a la casa en la que estamos, había muchas herramientas oxidadas. Desde destornilladores y tuercas, a hierros y aperos de labranza. Y son materiales que me gustan mucho para trabajar. Los que tienen óxido. Un elemento que hace que la pieza siga evolucionando en el tiempo cambiando sus tonalidades. Además, tiene una historia que contar. Un pasado que me habla. 

¿Realiza bocetos previos o se deja llevar?

Mi forma de crear es totalmente improvisada. Prueba y error. Intentar juntar piezas, cortar maderas, unir… como mucho pienso una forma y a partir de esa forma, se va transformando en realidad. No es buscar, es encontrar. 

¿Tiene una pauta de trabajo a la hora de crear?

No, para nada. Puedo pasar de estar siete días a la semana 12 horas, a pasar épocas en las que no creo nada. Pero no es algo que me agobie. Ni el exceso de dedicación, ni la ausencia de inspiración. Según vaya surgiendo. También hay momentos que creo para mí cosas, más allá del proyecto de los peces. 

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¿Qué nos puede decir de sus proyectos para el año que acabamos de empezar?

Nuevamente expondré en el restaurante Chinchorro de Aldán, ese primer lugar que acogió mis piezas y donde sumaré mi primera obra en gran formato. Se trata de una pieza tamaño mural de 3x2,5 metros, que ya es un gran salto en mi obra. Y continuará un tiempo más la exposición en el restaurante Tábula Rasa de Pontevedra donde tengo en la actualidad un gran número de piezas. 
Tengo proyectos de música y poesía con mi pareja. Ella es clarinetista, compositora y cantante. También tiene un dúo, Crúas, de piano y voz. 
Y, en el ámbito teatral, me gustaría llevar a cabo una obra de máscaras y marionetas que ya tengo perfilado con mi pareja. Además, de seguir dando clases en la Escuela de Teatro de A Cañiza. 

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