Escola de Familias

Consejos para gestionar las rabietas

Mantener la calma

No sirve solamente decirle que se calme, porque su cerebro es incapaz de responder a esa instrucción y en ese momento no razona.

Hablarle con voz serena,  tranquila y con mucho afecto, pero siempre mantenerse  firme, haciendo contacto visual.

Mantener la calma no significa ceder a los deseos del niño. Un berrinche intenso, en especial en público, es desconcertante, puede hacer que perdamos la calma,  lo cual obviamente no ayuda y solo hace que la situación se salga de control.

Mantenerse tranquilo  y no elevar el tono de voz,  ayuda a que no aumente la tensión. Nosotros no somos capaces de controlar cómo nuestros hijos van a reaccionar, pero sí podemos controlar nuestras propias reacciones. El niño va a percibir si los padres están relajados y tranquilos.

Recordar que el niño simplemente no puede manejar la situación. Tu trabajo no es castigarlo, sino tener empatía, validar sus emociones y guiarlo. Ofrécele alternativas  y a continuación  dale un abrazo. Los abrazos siempre ayudan a serenar al niño.

Poner límites. No ceder

Responder de la misma forma siempre a los berrinches, ya sea en casa o en el supermercado. Tenemos que dejar claro qué conductas no son aceptables y que, ante ciertos comportamientos,  nuestra respuesta siempre será la misma.

Al ceder, no se fortalece  su resistencia, ni aprende a luchar con su frustración. Hay que decir no cuando es necesario. Los niños están poniendo a prueba su poder y sus opciones y si los padres no mantienen los límites que establecen, continuará este comportamiento.

Mantenerte firme, también es amor. El amor no significa permisividad, sino poder demostrarle lo que sientes por él, que se sienta cuidado y protegido pero también limitado, ya que esos límites lo ayudarán a crecer.

Amor y firmeza deben ir de la mano.

Prevenir

¿Cómo se previenen los berrinches? Anticipándose.  La mejor forma de evitar un berrinche es conocer bien aquellas situaciones que lo van a provocar.

Si ya sabes que algunas situaciones enfadan a tu hijo, trata de anticiparte a la situación. Por ejemplo, no salir con él si tiene hambre o sueño.

Los padres saben perfectamente cuáles son las situaciones que pueden desencadenar una rabieta. No pasa nada por dar un rodeo para no pasar por delante de la tienda de chucherías o una juguetería. Y si nos encontramos con amigos en la calle, no podemos pedirle a un niño de dos años que aguante media hora de conversación.

Distraer

Una estrategia que puede llegar a romper una rabieta, es distraer su atención.

Si notamos todas las señales de que va a coger un berrinche, podemos fingir que hemos visto una araña en la pared, algo por la ventana o que se nos ha caído algo importante y empezamos a buscarlo. Este tipo de cosas rompen su atención y pueden lograr distraerlo y pasar a otra cosa en vez de insistir en lo que estaba desatando su berrinche.

Ignorar

Si el niño está  en pleno ataque de ira, con el que no se puede razonar. Lo mejor que podemos hacer es ignorar su comportamiento, no prestarle ninguna atención. .

¿Y  por qué? Pues porque la pataleta es un comportamiento negativo y nuestra atención un premio, por lo tanto no tiene sentido premiarle con atención, pues es lo que pretende.

En casa es muy fácil. Basta con cambiarnos de habitación y seguir a lo nuestro. Seguramente ni tendremos que molestarnos en vigilarlo, ya que es muy probable que nos siga por toda la casa.

En la calle, es más complicado. Si estamos en una zona sin peligro basta con alejarnos un poco, no mirarlo o hacer como que hablamos por teléfono. Si se puede hacer daño o intenta golpearnos a nosotros podemos sujetarlo con firmeza.

Pasar página

En el momento en el que deje la rabieta le abrazamos y damos por zanjado el tema sin hacer comentarios sobre lo que ha ocurrido. Del mismo modo, dedicarle todos los días un ratito de atención en exclusiva, compartiendo un juego del que él sea protagonista, es la mejor inversión anti-rabietas que podemos hacer.

Elegir las batallas

Evita pelear en todas las batallas Ponte a su altura y hazle comprender que lo entiendes y porque le has dicho que no. Ofrece una alternativa.

Ceder si: quiere jugar a otro juego, quiere poner otra ropa. Vestirse no es negociable, pero sí lo es elegir el sitio para hacerlo.

No ceder: quiero jugar encima del sofá o mesa, no se puede ceder, porque ciertas cosas como por ejemplo apagar la Televisión   o no querer poner el cinturón de seguridad no son negociables. El niño se dará cuenta de que, colabore o no, se le colocará el cinturón.

¿Qué no debemos hacer? Gritar y amenazar

Gritarles no es una buena opción: si cuando una persona adulta nos dice que está triste o nos dice que está enfadada le gritamos, pues podría tener el mismo sin sentido gritarle a un niño que está expresando sus emociones.

La violencia  verbal tiende a hacer que los niños se pongan más furiosos y desafiantes, porque se añadirá el miedo a su emoción. Los niños tienden a retraerse frente a un grito. “Pero es por miedo, no por haber aprendido a controlar sus sentimientos”.

Educar con el ejemplo. Si los padres se enfadan y gritan cada vez que el niño hace algo que no gusta, el niño aprenderá de esa conducta.

Es mejor sostener una conversación firme en la que los padres den una buena razón para decir “no”.

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