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¿El azúcar es malo?

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Si hay una palabra en alimentación que genera mucha controversia y confusión es el azúcar. El azúcar en sí mismo no es malo, de hecho la mayoría de los alimentos contienen algún tipo de azúcar, y es que el cuerpo humano lo necesita para funcionar correctamente.  El problema está en los azúcares libres y añadidos.

¿Cómo se clasifican?

Azúcares intrínsecos o naturales: están presentes de forma natural en los alimentos: Frutas, verduras, hortalizas frescas, leche y derivados. Forman parte de la composición básica de los alimentos. Están en los alimentos de origen, es decir, no está añadido (como la fructosa en la fruta o la lactosa en la leche y derivados) y no han sido sometidos a procesos industriales. Por ejemplo, en una naranja entera los azúcares que forman parte de su composición de manera natural se encuentran incorporados en su estructura, en el interior de las células. Son muy beneficiosos para la salud porque van acompañados de otros nutrientes, como fibra, vitaminas y compuestos orgánicos como los antioxidantes. El consumo del  alimento con este tipo de azúcar es recomendable y muy saludable.

Azúcares libres: se liberan de la fruta y el que contiene la miel natural y los siropes. Por ejemplo, en el zumo de naranja natural y recién exprimido, que parece una opción muy saludable para desayunar, no lo es,  ya que concentra todo el azúcar de la fruta, pero no otros nutrientes ni su fibra. Los azúcares libres ya no se encuentran en el interior de las células, sino que están disueltos. Este azúcar pasa más rápido a la sangre y sacia muchísimo menos que si comemos la fruta entera. Una naranja  entera tiene mucha fibra rodeando a los carbohidratos y esto hace que al organismo le cueste más absorber ese azúcar o, por lo menos, lo hace de forma más progresiva. Si exprimimos  la naranja y retiramos la fibra, estamos consumiendo los azúcares ya libres y listos para incorporarse fácilmente al torrente sanguíneo y se absorben de forma rápida.

Conviene hacer una aclaración importante: todos los zumos son considerados azúcares libres, incluidos los exprimidos. Es cierto que, de tomar zumos, es preferible que sean exprimidos y sin filtrar. Pero igualmente cuentan como azúcares libres. Cosa distinta son los batidos, porque al hacerse con piezas de frutas enteras no se pierde nada. En términos prácticos, un vaso de zumo ya alcanzaría ese 5% de la ingesta calórica. Por lo tanto, si optamos por esta bebida, no hay cabida para más azúcares libres en todo el día.

Azúcar añadido: el que se añade a los alimentos en su producción industrial, preparación o en el momento del consumo (cuando añadimos azúcar al café o al yogur, por ejemplo). Entre estos tenemos: el azúcar de mesa (sacarosa), los zumos de frutas concentrados y las comidas procesadas. Son azúcares añadidos para endulzar, conservar los alimentos o para conseguir una mejor  textura.  También con la finalidad de agregar sabor dulce y volver más apetecible un producto, o bien corregir la acidez y resaltar otros sabores,  ya sea en forma de sacarosa, glucosa, fructosa u otros. Todos los azúcares añadidos tienen los mismos efectos negativos en el organismo. La principal diferencia entre todos ellos es su nivel de carga glucémica y la velocidad de absorción. Este azúcar está oculto en muchos alimentos que consumimos sin darnos cuenta, a través de una amplia variedad de productos ultraprocesados. De los tres tipos de azúcar es el más perjudicial.

Tanto el azúcar libre como el  azúcar añadido son ingredientes a evitar en nuestra dieta habitual, al menos reducir al máximo, si queremos proteger el organismo, ya que una vez consumidos pueden ocasionar cambios a nivel metabólico, que con el tiempo y de forma persistente nos conducen a mayor riesgo de enfermedades. Los azúcares añadidos los podemos identificar en la lista de ingredientes de las etiquetas por medio de estos términos: azúcar, jarabe de glucosa, miel, dextrosa, fructosa, maltosa, melaza, sacarosa, maltodextrina, azúcar de coco, concentrado de fruta, sirope…

¿Por qué los niños necesitan tomar azúcar todos los días?

Porque la  glucosa es el alimento principal del cerebro. Nuestro cerebro necesita azúcar. Es por esto que se necesita incorporar carbohidratos  en su dieta a diario. Cuanto menos procesado esté el alimento, más nos cuesta incorporar el azúcar a la sangre. Optar por cereales integrales, comer frutas y verduras puede ayudar a que en la digestión el azúcar se libere poco a poco a la sangre. Del mismo modo, junto a una dieta rica en fibra y alta hidratación, los carbohidratos son fundamentales para   un buen tránsito intestinal. 

¿Cuándo está indicado introducirlo en el bebé?

Como ya hemos comentado en repetidas ocasiones, un exceso de azúcar siempre es negativo para nuestra salud. La gran ventaja de los bebés es, que ellos no conocen inicialmente los sabores de los alimentos. Está en manos de los padres el generarle buenos hábitos. La recomendación es el no añadir azúcar a los alimentos, puesto que es mucho más saludable para el bebé que se acostumbre al sabor natural de los mismos. Se debe retrasar el consumo de azúcar todo lo posible en el niño. No introducir  azúcar a los alimentos antes del año y a poder ser evitar el azúcar antes de los 2 años.

¿Qué cantidad de azúcares debe tomar un niño?

El Comité de Nutrición de ESPGHAN recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite al 5% de la ingesta energética para niños y adolescentes. No superar el aporte del 10% de la energía diaria a partir de los azúcares libres y añadidos.. Estas recomendaciones incluyen los azúcares naturales o intrínsecos.

Peligros de tomar demasiado azúcar en la infancia

1. Sobrepeso y obesidad. Ingerir gran cantidad de alimentos que contienen azúcar libre o añadido  provoca una reacción metabólica que aumenta el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad, incrementa el aporte calórico.

2. Caries dentales. El consumo excesivo de azúcar es una de las principales causas de caries en niños cada vez más pequeños.

3. Posible diabetes, tipo 2, la segunda enfermedad crónica más común en la infancia.

4. Alteraciones en el comportamiento: hiperactividad, ansiedad y depresión, pueden estar relacionados si se abusa en exceso del consumo de azúcar. También pueden presentar  problemas de concentración, memoria y aprendizaje. Por lo tanto, causa también de un bajo rendimiento escolar. No se puede responsabilizar al azúcar de estas conductas o trastornos, pero sí establecen una posible potenciación de los mismos. El exceso de azúcar puede afectar al estado de ánimo. Cuando le damos al cerebro altas dosis de glucosa y después no tiene acceso a ese nivel alto de glucosa, nos exige más cantidad y puede afectar el estado de ánimo del niño, en forma de cansancio, irritabilidad y cambios en el apetito.

5. Posible daño pancreático.

6. Enfermedades cardiovasculares.

7. Aumenta el colesterol y los triglicéridos.

8. Mayor riesgo de sufrir síndrome metabólico.

9. Molestias gastrointestinales.  Una mala absorción del azúcar de los zumos de fruta, especialmente cuando se consume en cantidades excesivas puede provocar diarrea crónica, flatulencia, distensión y dolor abdominal.

10. Aporte de  calorías vacías o innecesarias, que no proporciona más nutriente que la sacarosa, ni vitaminas ni minerales.

En resumen:

Cuando los padres piensan en la salud de sus hijos tiene que pensar en su alimentación. Tener buenos hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable desde la niñez es muy importante para su salud  y evita padecer enfermedades crónicas en la edad adulta. Y los padres no os olvidéis de ser un buen ejemplo. Si los niños ven hábitos saludables los copiarán.

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