Diario de una Cuarentena

Érase una vez

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Érase una vez un pueblo muy muy grande habitado por gigantes de muchos colores diferentes. Los había del color de la crema, del café e incluso de la vainilla. Los cabellos en cambio eran el reflejo de la nieve, el sol y la tierra. Los había más grandes y más pequeños, más gordos y más finos, más bonitos y más feos. Alguna vez incluso, eran capaces de pelearse simplemente por estas cosas.

Era un pueblo tan grande, que al mismo tiempo podía ser de noche en un sitio como de día en otro, o hacer mucho calor y también bastante frío. Era tan grande, que no todos hablaban la misma lengua, lo que les dificultaba poder relacionarse bien entre ellos.

Un día, un gigante muy alterado, llegó corriendo y exhausto contó como en el lejano oriente, unos diminutos habían atacado a todos los habitantes de allí. El resto de los vecinos lo miraron sorprendidos y se burlaron de él diciéndole:

Jajaja, ¡¡¡pero cómo eres tan infeliz!!! ¡¡¡nosotros somos gigantes!!! Tenemos mucha fuerza y somos muy inteligentes, es imposible que un ser tan pequeño pueda con nosotros. Seguro que te han engañado.

Los días pasaron y mientras todo el mundo continuaba con su vida, el mismo gigante, más nervioso que la vez anterior, apareció con nuevas noticias:

Amigos! Me dicen que esos diminutos han atacado un antiguo imperio cerca de aquí y que nosotros somos su siguiente objetivo. Tenemos que irnos a casa y prepararnos para poder defendernos.

El resto de los vecinos volvieron a reírse de él y sin hacerle caso se fueron juntos a celebrar una gran fiesta que tenían preparada. Abrazados, cantaban y bailaban, algunos incluso se besaban y todos despreocupados disfrutaban del momento.

Dos semanas más tarde todo cambió, varios vecinos habían recibido la visita de los diminutos y en el pueblo empezaba a reinar la incertidumbre. Aun así, muchos otros seguían haciendo una vida normal.

Pocos días después, cuando el número de gigantes atacados iba creciendo exponencialmente, el jefe del pueblo reunió a todos para decirles lo siguiente:

Gigantes y gigantas, estamos siendo atacados y atacadas por un regimiento de diminutos y diminutas muy peligrosos y peligrosas. Es muy importante que todos y todas nos quedemos en nuestras casas y casos para poder hacer frente a este poderoso y poderosa enemigo y enemiga.

Los habitantes fueron corriendo a sus casas, menos los que tenían perro que tardaron un poco más. La gran mayoría respetaron las órdenes recibidas esperando saber cómo podían luchar contra esos seres tan pequeños pero tan poderosos.

El final del cuento no se ha escrito aún, esperemos poder hacerlo entre todos.

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