Tercera derrota consecutiva para un COB que ha pasado en dos semanas de ilusionado e ilusionante a dubitativo y deficiente. Alicante castigó con dureza la falta de actitud de un partido que este miércoles dejó consecuencias palpables. Maniató a un equipo con problemas para jugar en ataque. Con dudas para crear juego y sin puntería para compensar los problemas. Eso, unido a la falta de músculo que ya de por sí tiene la configuración de a plantilla, lo dejó a merced de un Valladolid que no necesitaba condescendencia para ser superior.
El 2-0 inicial fue la única ventaja que tuvo el COB. Todo lo que vino después, 39 minutos y medio, no dejaron más que preocupación e inseguridad. Un equipo sin líder al que recurrir y sobre todo que libere de presión a una plantilla que está demostrando falta de fortaleza mental.
En los dos primeros cuartos bajó la cabeza cerca de la canasta ante la presencia de Aboubacar y nunca tuvo atrevimiento en el perímetro para atacar el aro y generar buenas posiciones de tiro. Se cansó de jugar con el agobio de la bocina de posesión y se condenó a un bombardeo inútil cada vez más desesperado y con menos criterio. Un 1 de 11 en triples al descanso que llegó hasta un condicionante y 1 de 19 ya en el último cuarto.
Sin el argumento principal por el que se apuesta esta temporada, los espacios y las ventajas desaparecen y se multiplican los problemas. Y las dudas. El miedo.
El Valladolid sacó un rédito limitado en un primer cuarto en el que al menos la defensa local evitó mayores problemas (9-19). El segundo cuarto sí echó sal en la herida. A la que la diferencia se acercó a los 15 puntos y se barruntó una derrota por la vía rápida. La segunda consecutiva. Federico, Granado y el bueno juego colectivo de un equipo en dirección contraria acabaron de golpe con la ilusión. En la pista y en la grada. Otra bofetada de realidad a un equipo que pide cita en el diván sin tiempo para reflexionar. Con otro partido ya a la vuelta de la esquina este domingo en Cáceres.
El arreón de heroicidad tras el descanso se cayó por su propio peso. Ott atacó el aro, Balaban recibió dentro de la zona y el parcial fue un 6-0 (32-43) que el Valladolid apagó sin más méritos que la paciencia.
Los locales siguieron estrellándose con los triples y los visitantes recuperaron la ventaja por el mero hecho de ser mejores. Ya ante un COB intenso en defensa, pero con un lastre demasiado pesado. Los 17 puntos de desventaja del descanso y la condena por la falta de intensidad del partido anterior. Otra vez las dudas.
Sobró el último cuarto en un Pazo que no alzó nunca la voz más que protestar a un arbitraje impecable y sin mayor influencia en el partido. Más para desahogarse con algo que por convencimiento. Como su equipo. Un COB obligado a buscar un líder que asuma y libere. A sincerarse con las expectativas si no es capaz de competir mentalmente y de encontrar solución a su propias limitaciones.
