El Pazo se mereció un 10

La celebración de los jugadores y del público puso el colofón al triunfo del cuadro ourensano ante el Almansa.
photo_camera La celebración de los jugadores y del público puso el colofón al triunfo del cuadro ourensano ante el Almansa.
Pese a lo malo de la fecha, el cobismo respondió con creces para empujar al equipo a su décimo triunfo de la temporada

Con 9-5 en el marcador, un aficionado cobista espetó a viva voz “árbitro, pita o final”. Durante unos minutos, esa petición no pareció tan descabellada. Pero las aguas volvieron a su cauce tras el descanso. Esta vez el COB tuvo intensidad, con momentos de más acierto o de menos, pero hubo esa chispa que acabó prendiendo el triunfo de la tranquilidad. 

El Pazo sobresalió. Con creces. Mira que había obstáculos en forma de Semana Santa, buen tiempo y un Clásico futbolero. Pero el que es cobista lo es contra viento y marea y allí estuvo dejándose la voz y saliendo con una sonrisa de oreja a oreja. El jugador “número 6” lo fue más que nunca.  Sin estar pendiente del móvil, sin tener un ojo mirando a otros menesteres. Concentración plena en lo que tocaba. ¡Chapeau!

Parte de esa voz se la dejaron leyéndole la cartilla a otro trío arbitral que desespera al más paciente. Con cara de enterradores, más pendientes del speaker que del juego y con miradas a la grada llenas de chulería que sobran, especialmente cuando tienes tan poco de lo que presumir. Humildad. 

La puesta en escena de los cobistas fue buena, con fluidez, intentando dejar atrás a un rival más exigido por la soga del descenso. No tardaron las cosas en igualarse. Esta vez por atasco y errores, pero no por relajación como en Cáceres. Una diferencia notable y que el Pazo entiende.

Nombres propios

Tras el descanso, mejoría. Hubo que ganar el partido un par de veces, eso sí, pero mejoría. Un Urtasun inédito en la primera parte cogió las riendas y la batuta. A veces hubo desafines, sí, pero se notó su mano. Y luego está Kur Kuath. Total y absoluto factor diferencial. El sursudanés es una fuerza de la naturaleza. La estadística le da cuatro tapones y le hace un flaco favor. Fueron más. Y otros tantos tiros o intimidados o ni siquiera lanzados por su par. La pena, esas faltas que le impiden estar 8 o 10 minutos más en pista por partido. De ser así, la victoria se hubiese certificado antes.

También dieron un paso adelante jugadores que pocos peros deben recibir. Ventura y Nogués mejoraron sus prestaciones delante y detrás. Y Cera, que venía jugando poco o nada, tuvo un destacado papel anotando puntos necesarios como el agua y apretando los dientes en defensa aunque eso hiciera que se llevase una colección de golpes.

Golpe como el que se llevó “Peci” y que, afortunadamente, quedó en poco. El lituano de febrero a abril es otro en comparación con el que se vio en octubre y noviembre. Base titularísimo del equipo de Félix Alonso.

Son algunos de los nombres propios de un duelo que dejó a dos entrenadores “cazurros” en los banquillos (esto es, de León), muy poca mopa, las lonas de La Región y Telemiño que siguen acumulando victorias a sus pies. Esta, la número 10 de la temporada. Por momentos pareció una cifra difícil de alcanzar, pero ya está en el zurrón. Incluso ese basketaverage que se tenía empatado y se perdió “in extremis” no debería importar con otros tres equipos que todavía aparecen lejos en el retrovisor. Todo gracias a un equipo que apretó los dientes y rindió como tocaba, y a un Pazo que jugó su papel a la perfección en una noche de mérito. El domingo, a Palencia con los deberes hechos y sin la presión viajando en el bus. Quién sabe lo que puede pasar.

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