Bajo un gran ambiente, un Club Ourense Baloncesto corto de reflejos cedió ante la enorme y compacta maquinaria de un Bilbao diseñado para el ascenso
Terminada la absurda "polémica" entre un sector de la afición y la directiva, el presidente Camilo Álvarez caminó hacia el palco entre aplausos, mientras el Bilbao se presentó en el Pazo con el estilo propio del siglo XX. El de los Altos Hornos, la siderurgia que forjó la identidad de la ciudad a base de mucho acero, sudor y duro trabajo.
Traducido al baloncesto: Defensa rozando la falta, presión casi constante, juego colectivo y pocas concesiones al talento o la creatividad, a excepción de Jaylor Brown.
El COB aceptó el reto en la primera parte y amenazó con paralizar la industria vizcaína por momentos, de mano de su combo sudamericano. Pepo Vidal y Jhornan Zamora oxidaron la estructura del candidato al ascenso. Alegría y descaro, ventaja hasta por 10 puntos. Notable diferencia entre la dirección del uruguayo y la de Javon Masters, todavía con muchos detalles por mejorar.
Tornillo a tornillo, viga a viga, el Bilbao fue cortando todos los puntos de suministro de un COB por debajo de su nivel. Las canastas se vendieron muy caras, durante siete minutos sólo se lograron a través de los tiros libres, y gracias. Se echó de menos a Rozitis, agobiado por las faltas, y a Pepo, demasiados minutos en el banquillo.
El sobrio Bilbao no permitió un final emocionante, con el resurgir de Lammers, 9 puntos en el último cuarto. Pequeña decepción para una afición deseosa de puntos y playoff. Habrá que esperar, porque la clasificación se aprieta.
