Opinión

Pensil de líderes poéticos

Tengo un amigo, muy amigo y muy querido amigo, al que la sola anunciación, la más leve pronunciación, incluso la más cauta mención del nombre de Pedro Sánchez lo pone en guardia, alterado y nervioso, atento, irritable y dispuesto a la pronta replica. ¡Qué le vamos a hacer! A veces me arriesgo y lo pronuncio; es cierto que sin mucho énfasis, de modo tímido y algo impropio de los ciento y algo de quilos que, ya con alguna dificultad, traslado de un lado a otro…pero estos achaques del ánimo también los trae consigo la vejez.

Excuso decir que mi amigo es un fervoroso adicto a Rajoy, algo que a mí no me molesta en absoluto, al menos si recuerdo al Mariano con el que compartí vecindad pontevedresa; ni tampoco si pienso en el actual, pues cada uno se cuelga como quiere, se aficiona a, o se desentiende, según su ánimo le indica y yo no soy nadie para señalar ni gustos ni disgustos. El caso es que sospecho que si algún día llegase a decirle a mi amigo que “no es no” podría darle algo. Él, con todo su derecho, quiere que Rajoy se mantenga en la presidencia del gobierno.

No sé cómo explicarle a este mi amigo, que también es hincha del Madrid –el “otro” solo es el Atleti- que el peligro no reside en Pedro Sánchez y que la solución que él prefiere –la de un Mariano apoyado o sostenido por un PSOE entregado- únicamente ha de conducir a un incremento extraordinario de esa cuota de poder cada vez más grande que va atesorando Pablo Iglesias, ese Humpty Dumpty, ese cara huevo con coleta, dueño ya de casi todas las palabras que componen la jerga en la que se comunican con nosotros los políticos y dueño incluso de lo que estas significan. ¿Y qué significan? Pues lo que él quiere que signifiquen… por algo él es Humpty Dumpty.

Nunca entraré, en cambio, en argumentarle a mi amigo nada que cuestione lo que lleva haciendo Rajoy, con él su gobierno, ni siquiera si está bien hecho o si está mal hecho, tampoco si mejor haberlo hecho o seguir haciéndolo con otros modos algo distintos de los hasta hoy usados. ¿Para qué hacerlo? Lo importante es que ya está hecho y lo irremediable parece ser que continúan haciéndolo, ahora ya con otros y más suaves modos.

¿Y qué se ha conseguido mientras tanto? Pues nada más y nada menos que laminar la clase media. ¿Y qué sucede, mejor dicho, que sucedió y que está sucediendo en otros países en los que esta clase se vio o se está viendo afectada de la manera en que se dice? En principio nada. Pero, poco a poco, según la inseguridad ciudadana va en aumento y los actos terroristas van creciendo, se inicia un proceso de xenofobia recalcitrante, se agudiza la crítica a la plutocracia y empiezan a florecer los líderes poéticos que hablan de la sonrisa de los niños al amparo de los brazos de los viejos que se alzan contra el cielo mientras todo se vuelve poesía y se empieza a caminar hacia el trompazo. Así de simple e incluso de simplificado. Siempre se pretendió que la poesía fuese un arma cargada de futuro.

¿Cómo explicarle a mi amigo que, de seguir así, es posible que la única contención posible al liderazgo absoluto de Podemos sea precisamente Pedro Sánchez? ¿Cómo hacerle comprender que es preferible un gobierno bipartito de izquierdas a uno monocolor en manos de Podemos?

No es que esto vaya a ser necesariamente así, pero es para pensárselo dos veces por si pudiera resultar siendo posible esta hipótesis algo temeraria, es cierto, pero no tan descabellada como en un principio pudiera parecerle a mi amigo marianista. España va bien, incluso algo ha mejorado, no es mentira, pero los españoles en su mayoría las están pasando canutas aunque, desde los despachos con cálidas moquetas, esta realidad o no se perciba o se ignore porque no conviene tenerla muy en cuenta. Y sí conviene.

Nada más dañino que este PSOE complaciente y satisfecho de si mismo, atado de pies y manos ideológicos, sometido al Partido Popular en una medida que pudiera hacer sentir vergüenza al más templado. No parece ser en aras de patriotismo alguno, ojalá lo fuese, esa entrega a la patria estabilidad institucional de la que se pretende convencernos a la menor crítica surgida; más bien parece una clara tendencia a la conservación de las prebendas y canonjías personales que otra cosa; una tendencia practicada con cierta alegría y deliberadamente ignorante de que eso irá engordando cada vez más la airada expresión de quienes visitaron, quizá en exceso, Venezuela o que, según se dice, hayan podido ser subvencionados por Irán. ¿Para qué y por qué una cosa y otra?

La solución no es, pues, un país entregado a una llamémosle medievalización constante capitaneada por un Partido Popular con el silencio cómplice de un PSOE que acabará diluyéndose en el poso de la Historia para ser sucedido por estos émulos de Chávez como ya sucedió en Venezuela y no está escrito que no pueda suceder aquí.

¿Cómo explicarle a mi amigo, una vez aquí llegados, que urge la refundación del PSOE y la recuperación del turno alternativo entre él y el PP en las tareas de gobierno? ¿Cómo que, el patriotismo de la oposición tiene que manifestarse, fundamentalmente, en la política de asuntos exteriores, también en la antiterrorista, sea llevada esta contra ETA o contra la Yihad islámica, e incluso y si me apuran en un gran pacto sobre la educación y sobre la sanidad, pero no mucho más allá de esto y solo en casos especiales además de extraordinarios?

El PSOE, tal y cómo está, es bueno para quienes dieron o propiciaron el golpe de estado dentro del partido que apartó del poder a Pedro Sánchez haciendo olvidar que el “no es no” necesariamente debería haber sido contextualizado en una realidad que ellos han ayudado a olvidar en beneficio de unos terceros que no son precisamente los votantes del Partido Popular ni mucho menos el conjunto de la ciudadanía. El “no es no” no era un capricho sino una reacción a la realidad históricamente más corrupta de los últimos decenios, a la vez que un muro de contención de los alardes podemitas.

El camino emprendido entonces es el que ha llevado al asentamiento en el poder de una pareja émula de otras de recordación triste, Rosario Murillo y Daniel Ortega por citar una, al derrocamiento de Íñigo Errejón o a la exaltación de los postulados ideológicos de un Monedero y el silenciamiento de la convulsa trayectoria de Vestringe. ¿Cuál será el siguiente paso?

¿Se imaginará mi amigo lo que puede suceder como Mariano Rajoy no acierte de una vez en su política económica, falle en la secuenciación de sus silencios y se equivoque en la contención de la amenaza yihadista, mientras los líderes poéticos debidamente remangados agitan cacerolas y convocan la sonrisa de los niños? ¿Cómo podría hacer ver a este mi amigo que es posible que estemos caminando hacia ese paisaje? Échenle una pensadita.

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