Opinión

Anónimos

El jueves tuvimos la ocasión de seguir en directo y con todo lujo de detalles la transmisión del funeral de Juan Antonio Samaranch a través del Canal 24 Horas. Si preguntásemos quién fue el realizador que coordinó el operativo, prácticamente nadie sabría la respuesta. Un operativo técnico, recordémoslo, que hubo de prepararse en menos de 24 horas. A contrarreloj. No era una transmisión fácil. La presencia de la Familia Real obligaba a contar con un protocolo estricto. Los planos no debían dejar ningún cabo suelto.

Viene al caso este comentario porque en tardes como ésta del 22 de abril siempre vuelve a mi mente la figura de Pilar Miró, en contraposición a los cientos de profesionales anónimos que nunca llegarán a lograr su reconocimiento. Que Pilar lo hizo muy bien planificando una boda real es algo que nadie pone en duda. Más discutible es que cuando se improvisa una transmisión aparatosa y complicada en tiempo récord.

Da la impresión de que la empresa instala un piloto automático, y todo sale a la perfección. Sin necesidad de que consten en acta nombres y apellidos. Con todos los respetos a la talentosa Pilar, permítanme romper de nuevo una lanza a favor de todos los profesionales anónimos. Aquellos que rara vez serán homenajeados, ni tendrán premios bautizados con su nombre. Tan imprescindibles. Va por ellos.

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