Opinión

Arrugas

No tuvo demasiada suerte en su primera y hasta ahora única emisión la serie documental 'España, entre el cielo y la tierra', que llegó a los espectadores durante los domingos por la tarde de un tórrido verano. Ahora vuelve a hacerlo antes de la primera edición del Telediario.En lo primero que reparé, como aquel verano tórrido, fue en el paisanaje que se cuela entre el paisaje cuando las cámaras se pasean por las calles de los pueblos a ras de tierra. Y sobre todo, en los rostros llenos de arrugas de aquellas lugareñas que hicieron de las puertas de su casa y del bordillo de su acera una prolongación de su sala de estar. Rostros de mujeres y hombres, los de la primera entrega ubicada en la Mancha, que dudo mucho hayan visto en su vida una película de Stanley Kubrick o hayan entrado a presenciar una ópera. Rostros de gente que jamás habrán ido a un teatro, que se van de este mundo sin haber escuchado un oratorio de Bach. Personas a las que no ha dado tiempo a adentrarse en los vericuetos de Internet, pero que tampoco han sabido mucho de libros, ni de músicas, ni de cuestiones que fuesen más allá de esas que llamamos de mantenimiento, labores manuales y procreación.

Rostros que, seguramente, han conocido el noventa por ciento de la información relativa a lo que pasa en el mundo a través de la televisión.

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