Opinión

Mantequera esmaltada

Mantequilla.
photo_camera Mantequilla.

Amanecer es la mejor noticia. Con el sol empujando tras la sierra recuperamos las grandes certezas: Seguimos siendo pasajeros de este pedrolo enorme a 220 kilómetros por hora a través del universo. Se mueve, aunque estemos tumbados. Bajo la piel, cien veces más despacio, también viaja la sangre. Está hecha de los mismos elementos que el pedrolo orbitador y que el universo mismo. Conviene respetar estos acontecimientos con tareas pequeñas pero importantísimas: agradecerlo todo, ponerse de pie (una celebración de la especie), comer para mantener el calor y que así siga el viaje de estar vivos.

Mi almuerzo es la tríada básica de café, pan y mantequilla. Guardo cada cosa en su sitio: el pan en su talega, el café en grano en la nevera y la mantequilla, no puede ser de otro modo, en su contenedor especial, la mantequera. Usar mantequera ayuda a darle ceremonia a eso de untar una capa de grasa al cereal, que es como desayuna el mundo. Cerrada, la mantequera conserva el frío que necesita esta bendita nata masajeada. Destaparla por su asa coqueta provoca el “efecto wow” de cada día, como si uno destapase su propia suerte. También nos cuida de los envases plásticos de la industria de la alimentación (esa que no quiere alimentarnos, sino alimentarse de nosotros). Sobre la mesa, la mantequera es dignidad y belleza. 

La mía es campesina, de acero esmaltado en blanco y ribeteada de añil. Son siempre dos piezas, bandejita y tapa. Para ella consigo una mantequilla también rectangular. Y salada, aunque digan los que saben que la sal llegó para enmascarar la calidad. Papá siempre recordaba la mantequilla artesana de su infancia que les llevaban envuelta en hojas de berza. Una vez, en el sur de Marruecos, creí probar algo parecido. En la granja de Lugo donde hacen el mejor queso de España, con suerte, también puede conseguirse una excelente. La mantequilla, recordemos, debe servirse con untador (nunca cuchillo) y coronarse de miel los días golosos. En la oscuridad del frigorífico, una mantequera, la más humilde, trae siempre consigo todo lo mejor. Quien la use es también mi amigo.

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