Opinión

Tabla de cocina de castaño

photo_camera Tabla de cocina.

No se llega nunca a una casa vacía. Uno, con su galaxia de microorganismos que lo habitan (la soledad es un asunto imposible), encuentra entre los muros decenas de presencias. Ahí, en el silencio cósmico de la cocina, reposan vigilantes gentes muy despiertas. En la alacena, amarrada a su cuerda, descansa la tabla de madera de castaño. Una tabla de una pieza, tallada a mano sin herramientas eléctricas por Luis, de Carballo Estrela, el artesano de Pontevedra que llena de belleza forestal cocinas y corazones.

De un trozo de leño que antes fue castaño, nuestro árbol totémico, la mano sensible ha vaciado lo accesorio hasta descubrir esta forma esencial, robusta y de cantos redondeados. Una tabla que parece saludarte cuando te aproximas, colgada del gancho, inmóvil pero con un contorneo sutil, como el tictac magnético de la tierra con sus océanos interiores de hierro líquido. En la superficie pueden leerse los surcos y vetas del árbol centenario, que hablan de ese superorganismo que transforma el sol en azúcar y explora las entrañas de la tierra con su raíz inteligente. Por eso, al cortar unas hortalizas, la atención se va del ajo al cuchillo y del cuchillo a la veta. Es la memoria del árbol y también la de las manos que lo sembraron y cosecharon, las que una vez lo derribaron y las que, con sierra, lija y punzón han creado otra criatura viva. Manos que se estrechan en este instante con las que la manipulan tabla y cuchillo a la hora de comer.

Preparar los alimentos sobre esta tabla es ponerle un altar a la cosa de cocinar. Procuro hacerlo sin música, para escuchar los tamborileos del filo al cortar en bandurria o en juliana, que vacía el pensamiento y da un sabor invisible. Eso de cocinar con amor comienza en los objetos bellos. Los cortes escriben a su vez una nueva actualidad en los surcos del leño hecho tabla. Cortes como páginas de un libro antiguo que después curaré con aceite de almendra. Es este otro ritual secundario, el del mantenimiento, el que nos acerca todavía más a los objetos poderosos que envejecen con nosotros. Por muchos años.

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