Opinión

LA VIDA SIGUE IGUAL

Vuelvo al redil, y qué me encuentro. Los mismos problemas, los mismos enfrentamientos partidarios, los brotes verdes se han marchitado. Agosto ha sido un mes preocupante en la venta de automóviles; seguimos sin definir si nuestra estación del AVE será soterrada o no; el paro español supera el 20%, Miguelín es el ejemplo de la 'grandeza' española actual. Todo igual, o peor. Pero, ¿y el resto del mundo?. En Francia expulsan gitanos entre aplausos numerosos, en Israel los extremistas palestinos asesinan a cuatro ciudadanos horas antes que comience un intento más de buscar la ansiada paz. En Irán llaman puta a la primera dama francesa. Resumiendo, el mundo es un inmenso lio en el que unos pocos se aprovechan de los infelices que formamos la mayoría, eso sí: con la ilusión de colarnos en la minoría.


El panorama me ha hecho reflexionar y me propuse un ejercicio de memoria histórica para saber si 'la cosa' había sido siempre así. Puse como referencia temporal el día en que nací, el 16 de abril de 1935. Investigué, más bien poquito, y encontré en el diario de referencia de aquella época, el ABC, que en su tercera página figuraban tres columnas firmadas por prestigiosas figuras del periodismo, dos de ellas paisanos nuestros: Julio Camba y Wenceslao Fernández Florez; el tercer nombre era el del castellonense recriado en vascongadas José María Salaverría. Don Wenceslao titulaba su columna: Por 'K.O.' y se refería a la gresca entre taurinos y antitaurinos, decía el maestro: 'El tema más peligroso que puede rozar un escritor español, es el de los toros.


Ningún artículo mío ha suscitado mayor indignación que el que escribí después de la muerte del inolvidable Sánchez Mejías, pidiendo la supresión de las corridas.' Julio Camba titulaba: 'Se necesita un traidor' y glosaba la necesidad de encontrar un país a quien culpar del caos general. Cuatro años después comenzó la segunda guerra mundial y Alemania se auto convirtió en el traidor necesario. Hoy, Irán, Corea del Norte, Cuba y sus mariachis pueden verse convertidos en 'traidor necesario'. La tercera columna firmada por José María Salaverría lleva el título de 'Marcha militar' y glosa el desmadre que se produjo en España a partir de 1931, dice Salaverría: ¡Abajo el Ejército! Los que instauraron la República se dieron el lujo de decretar que 'España renunciaba a la guerra.' ¿Esto último, les suena de algo?.


Al citar a Don Wenceslao no puedo dejar de recomendarles, por eso de la memoria histórica su obra: 'Una isla en el mar rojo', no se trata de una narración geográfica. Como verán ustedes, ¡la vida sigue igual! y es de temer que la frase 'la historia siempre se repite, lo único que cambian son los personajes' pueda ser verdad.


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