Opinión

El nuevo paradigma de la salud

“Un medio ambiente saludable es vital para garantizar una vida sana y promover el bienestar de toda la población”.


En 1979 un joven profesor inició su andadura en la cátedra de Higiene y Sanidad (Facultad de Medicina-USC), con la sana intención de abrir caminos en el ámbito de la salud ambiental cuando estaba en pañales, en una época que primaba la medicina clásica y tradicional sobre la medicina preventiva y salud pública; eras un intrépido si pretendías buscar una relación causa-efecto entre la contaminación ambiental y la salud; ya que de aquella se pensaba que la salud estaba condicionada fundamentalmente por el factor genético y estilos de vida inadecuados, y apenas se consideraban los factores de riesgo ambientales como posibles desencadenantes de enfermedades de la civilización actual; pero se cruzaron en el camino la pasión y perseverancia por la salud ambiental y la evolución de los acontecimientos, que fue dando la razón a los que estábamos convencidos de la trascendencia de los determinantes ambientales de la salud, en una época que estaba todo por descubrir. 

No es una cuestión baladí con 30 años adelantarse a los tiempos, y contra viento y marea, implantar el primer programa de Sanidad Ambiental en el ámbito universitario español (dentro de la materia obligatoria: “Higiene y Sanidad Ambiental” del Plan de Estudios de Farmacia), que tuvo una gran acogida en las nuevas generaciones de farmacéuticos, que salían de la facultad con una sólida formación en salud ambiental, que abrió puertas a muchos discípulos en el mundo laboral (empresas y organismos de carácter sanitario-ambiental); habiéndose interesado en su momento por esta iniciativa, profesores de universidades españolas de prestigio (Universidad de Barcelona, Universidad de Navarra). 

En los últimos tiempos están cambiando algunos paradigmas de la medicina clásica y tradicional, los seres humanos solo disfrutaremos de una buena salud si conseguimos vivir en entornos saludables con una buena calidad ambiental, además de ser capaces de mantener la salud de los animales. Me vienen a la memoria los “Doce principios de Manhattan” (2004), que recogen los grandes problemas que plantea el flujo de enfermedades a nivel global entre los seres humanos, las especies domésticas y la fauna silvestre, así como las enfermedades generadas por la exposición a la degradación ambiental; ideados para prevenir las enfermedades emergentes, respetando la integridad de los ecosistemas en beneficio de los seres humanos, los animales domésticos y la biodiversidad. Organismos internacionales están promoviendo la colaboración y cooperación en materia de vigilancia epidemiológica, control, prevención, reducción de las consecuencias de las enfermedades emergentes, preservación del medio ambiente. Todo ello en aras de sumar esfuerzos a favor de la salud planetaria y la salud pública, como modelo a seguir si queremos minimizar el riesgo de pandemias, y estar preparados para gestionar con eficacia una nueva emergencia sanitaria. 

Los científicos, expertos y profesionales de la salud ambiental tenemos que dedicar más tiempo a transmitir a la población la idea esencial de que solo conseguiremos un elevado nivel de salud y bienestar si vivimos en un ambiente sano de máxima calidad, con animales salvajes y domésticos que estén sanos. Es preciso hacer mucha pedagogía social para que la población lo entienda, se involucre y colabore activamente en la tarea apasionante de crear conciencia y promover hábitos saludables y sostenibles en la ciudadanía, teniendo como altavoz a los MCS, a través de una información rigurosa y veraz.

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