Opinión

Pacto no, acción

Estamos estos días a vueltas con el pacto sí, el pacto no. Los políticos se encuentra en su salsa, que si tú tienes que hacer, que si tú no haces, que si tú -el otro- deberías hacer esto y en lugar de esto haces lo otro... La panacea del pacto viene preparándose desde que las sirenas de alarma nacionales e internacionales han puesto a España en el ojo del huracán por sus problemas económicos -esos que en palabras de nuestro presidente, mañana mismo, seguramente, se solucionarán-. Una vez lanzado el mensaje, el Gobierno, tras el debate sobre economía en el Congreso, hace que tiende un puente al partido de la oposición -en la oposición a día de hoy sólo hay un partido, el PP-, pero eso sí, sin cambiar un ápice su diagnóstico de la denominada crisis ni sus ideas sobre cómo resolverla Puestas así las cosas, de lo que se está hablando más que de un pacto -en el que cada bando ofrece sus fórmulas y se llega a un acuerdo de consenso que recoja las ideas que en conjunto se consideran más acertadas- es de una adhesión inquebrantable. ¿Se le puede pedir eso a la oposición? ¿Es eso sano para la democracia? Uno piensa que no. Personalmente prefiero que exista un control exterior al Gobierno -si éste es del PP por parte del PSOE y viceversa- que esa adhesión inquebrantable a unas fórmulas que se han revelado ineficaces en estos seis años y especialmente en esta última legislatura.

Por otra parte, uno lee la avalancha de encuestas en las que la ciudadanía está a favor del pacto entre los dos grandes partidos, aunque la verdad es que uno duda que los cuatro millones de parados largos que tiene España estén por ese pacto si no se realiza en base a lo explicado más arriba. Lo que piden sobre todo esas personas en paro es acción y el Gobierno tiene poder para ejecutar cualquier iniciativa, como ha demostrado con la Ley del aborto. Pues eso.

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