Opinión

Damnatio memoriae


Damnatio memoriae es una locución latina qué significa “condena de la memoria”. Era una práctica de la antigua Roma consistente en condenar el recuerdo de un enemigo del Estado después de su muerte. Cuando el Senado romano decretaba oficialmente la Damnatio memoriae, se procedía a eliminar todo cuanto recordara al inculpado: imágenes monumentos inscripciones e incluso se llegó a prohibir citar su nombre. Pero no fue el imperio romano el único que borró los datos de la existencia de alguno de sus emperadores o césares; muchos siglos antes, en el antiguo Egipto, se le aplicó el castigo a alguno de sus faraones, Notable fue el caso de Akenatón (1353-1336 a,C) por haberse rebelado contra el sistema teleológico de adoración a Amón y haber implantado el culto de Atón (antecedente del Dios bíblico), En el intento de borrar absolutamente toda su memoria se derribó, reduciéndola a escombros, la hermosa ciudad que él había fundado: Tell El Amarna. Similar castigo sufrió la faraona Hatshepsut, “nacida de una teogamia” (sincretismo aplicado al nacimiento de Jesús), todos los testimonios de su existencia fueron borrados por su sucesor y sobrino Tutmosis lll. En Egipto, el olvido perseguía a los malditos después de la muerte, ya que no alcanzarían la inmortalidad.

La Damnatio memoriae no se empleó solamente contra césares y faraones, sino que hombres vulgares que buscaban la inmortalidad sufrían el castigo del olvido eterno, como le sucedió al pastor Eróstrato, que había incendiado el templo de Artemisa en busca de la fama, Los gobernantes de Éfeso después de ejecutarlo mediante tortura, decretaron que su nombre fuera borrado de todo recuerdo humano y que jamás debía ser mencionado y el que lo hiciera sería reo de muerte.

 A lo largo de la historia fueron cientos las personas a las que se le aplicó la Damnatio memoriae: papas, reyes, militares, pensadores, científicos, artistas, conquistadores, políticos, escritores, aventureros… Stalin lo practicaba habitualmente con sus enemigos políticos y son escasas las fotografías que no fueron manipuladas con tal fin. Víctimas de estas prácticas fueron León Trotsky, Bujarin, Zinóviev, Yagoda… y otros héroes de la revolución bolchevique,

 Pero cabe preguntarse: ¿se practica en la actualidad? ¿Qué pasó con el líder de la independencia de Argelia, Ahmed Ben Bella? ¿Y con el marroquí Mehdi Ben Barka?¿Cómo murió el líder de la secesión de Katanga, Moise Tshombe? ¿Y el siniestro Mohammed Ufqir, jefe de los servicios secretos de la monarquía alauita? ¿Qué le sucedió al líder independentista canario Antonio Cubillo? Sin embargo, lo más notable de la actualidad es la agresividad de las masas, enfervorizadas por los demagogos populistas, contra los personajes de la historia que han protagonizado relevantes acontecimientos muy cuestionados por el pensamiento y el revisionismo actuales: Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Pizarro, Edward Colsto, Lenin, Stalin, Sadam Hussein… sus estatuas son derribadas por la multitud. 

La barbarie del integrismo islámico destruye sistemáticamente todo símbolo de las culturas de los países que caen bajo su fanática interpretación de la vida: Mesopotamia, Afganistán, Siria… han sido víctimas de la destrucción patrimonial en violentos Damnatio memoriae. 

El Viejo Milenario tiene la sensación de asistir como espectador a una Damnatio memoriae que tiene como reo al presidente del PP, Pablo Casado, condenado por los suyos por desvelar un presunto caso de corrupción que afecta a la ínclita Isabel Díaz Ayuso, emuladora de la intrigante Livia Drusila. El error de Pablo Casado fue creerse Tácito o Suetonio, siendo únicamente un juglar.

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