Nunca se ha publicado tanto como en la época actual. A diario nos vemos sorprendidos por autores y libros que, desde los escaparates de las librerías, solicitan nuestra atención y ¡faltaría más! nuestro dinero.
En medio de esta torrentera editorial, el lector necesita distinguir entre lo esencial y lo meramente adjetivo.
Hay escritores que son importantes por los temas que tratan. Uno de estos es Baruch Spinoza, nacido en Amsterdam, de ascendencia judía y origen portugués, antepasados establecidos en Holanda por miedo a caer en manos de la Inquisición.
La vida de Spinoza fue breve (1634 - 1677) pero intensa.
Aquí hago abstracción de su pensamiento filosófico para fijarme en su personalidad humana.
Hombre tolerante, sufrió persecución de sus propios hermanos de raza y religión. Afable y bueno, carecía de ambiciones materiales.
De él podemos decir lo que San Francisco de Asís afirmaba de sí mismo: 'Para vivir necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco'. Subsistía trabajando como pulidor de lentes.
Su ética es una perpetua afirmación de la alegría de vivir, frente a la tiranía que los miedos de la existencia. A este respecto escribe: 'El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida'.
Bertrand Russell dice de él: 'El última día de su vida estaba enteramente tranquilo, no exaltado, sino conversando, como hubiera hecho cualquier otro día, sobre asuntos de interés para su interlocutor'.
