Desde mi particular sensibilidad, confieso que he perdido la capacidad de asombro respecto a las cosas que ocurren aquí, en nuestra tierra. Por ejemplo, cuando comenzó a circular el infundio de que el castellano estaba en peligro y que el idioma gallego se imponía manu militari. Yo decía: los señores/as del invento llevan las de perder; no encontrarán eco, y no lo encontrarán por lo gordo de la mentira. ¡No fue así! De las elecciones salió una Xunta que democráticamente propugna lo que todos sabemos en relación con nuestra lengua nai. ¿Cómo es posible esto en la tierra de Rosalía? Con otro ejemplo la cosa se agrava, hasta el escándalo, al observar como dos facultades universitarias gallegas, sin tener en cuenta los intereses de Galicia (los intereses comunes), son incapaces de solventar sus problemas, y una de ellas amenaza con recurrir a los tribunales. Señores/as, cuando estas miserias aldeanas se manifiestan en las altas instituciones del saber y la cultura, ¿qué nos cabe esperar?
