Opinión

ENFERMEDADES ASINTOMÁTICAS

Los días que teníamos clase con él, los alumnos de cuarto de Medicina lo esperábamos en el rellano de la escalera de entrada al Hospital Provincial de Santiago. Él, catedrático de oftalmología, aún muy joven, ya era un excelente profesor y comunicador. Era, y aún es, el doctor Manuel Sánchez Salorio. Aquel día comenzó una de sus magistrales clases mostrándonos una foto de un paciente con un tumor en el párpado superior izquierdo. El tumor casi le tapaba totalmente el ojo y se extendía por toda la mitad izquierda del cuero cabelludo hasta llegar casi a la parte posterior del cuello. El profesor, con su fino humor y humanidad, nos decía que le había preguntado a aquel señor mayor, labrador, como había esperado tanto para consultarse con el médico. Y que el paisano le había respondido: 'Eu no me preocupei mentras esto que tiña no párpado iba crecendo para o monte; empecei a preocuparme cando comenzou a crecer para o labradío'.


Afortunadamente las cosas han cambiado, para bien, y hoy sería rarísimo encontrar un enfermo con un tumor cutáneo que tardase tanto tiempo en consultarse. Recuerdo que, en Ourense, en los últimos años de los 70 y década de los 80, los neumólogos veíamos enfermos con tuberculosis en estadios muy avanzados, con síntomas de muchos meses de evolución y con los pulmones muy dañados. Es muy raro que ahora veamos a pacientes de estas características.


Por el contrario, hoy, por muchas razones, los médicos atendemos cada vez con mayor frecuencia a pacientes con enfermedades que todavía no les han causado síntomas. La principal razón de este hecho posiblemente esté relacionada con el mayor número de chequeos u exploraciones preventivas que (se) practican hoy en día (a) las personas sanas: determinaciones de PSA en sangre en los hombres mayores de 50 años, radiografías y tomografías axiales computorizadas (TAC), mamografías y colonoscopias, son algunos de los exámenes que se realizan con vistas a diagnosticar enfermedades en estadios precoces en las personas de edad y con factores de riesgo personales o familiares para padecerlas. La edad, por supuesto, es el principal factor de riesgo para padecer enfermedades.


Cuando los médicos descubrimos enfermedades en estadios iniciales, que todavía no han causado síntomas a los enfermos, es para nosotros, por una parte, una enorme satisfacción, porque muchas enfermedades, cogidas en estadios precoces, pueden tener un mejor pronóstico, pero también una preocupación, por la dificultad que conlleva planteárselo al paciente, por cuál será su respuesta y grado de aceptación, y también por el riesgo que existe del sobrediagnóstico, es decir de diagnosticar y tratar algo que nunca le causaría síntomas ni la muerte a ese paciente, como decíamos aquí hace dos semanas, cuando hablábamos del cáncer de próstata.


Tal vez hoy sea más infrecuente, por la mejor educación de la gente en temas de salud, encontrar pacientes como los de ayer, de hace poco, que cuando les informábamos que padecían una enfermedad que todavía no les había causado síntomas, pero que había que tratar, por ejemplo un cáncer de pulmón, te respondían de esta forma o parecida: 'Mire, ahora no me voy a operar porque me encuentro bien; cuando tenga dolor u otros síntomas, entonces, ya miraré si me opero'.


En nuestros días, con las nuevas maravillosas tecnologías, una TAC de tórax o una mamografía, realizadas en un/a paciente asintomático/a, puede descubrir imágenes anormales, como por ejemplo un nódulo pulmonar o mamario pequeñito, y esto puede llevar al médico a sospechar un tumor pulmonar o mamario maligno, sobre todo si la persona es o fue fumadora y/o hay antecedentes familiares de cáncer en esos órganos, e indicarle realizar exploraciones diagnósticas como punción con aguja fina del nódulo pulmonar mediante TAC de tórax o biopsia del nódulo mamario para toma de muestras, o tratamientos como resección quirúrgica del nódulo pulmonar o mamario, que pueden causar complicaciones, incluso graves. Y al final, aquel pequeñito nódulo pulmonar o mamario puede resultar benigno.


En estos casos el médico siempre le interrogará si dispone de exploraciones previas similares para poder compararlas con las actuales. En el libro, tantas veces citado en estos artículos relacionados con la salud, 'Sobrediagnosticado. Enfermando a las personas en la búsqueda de la salud', los autores cuentan el caso de una directora diputada del Estudio Nacional Canadiense de Cáncer de Mama. A los 69 años visitó a un cirujano por una molestia en un pecho. Una mamografía diagnóstica detectó un cáncer de mama que se confirmó en la cirugía. Fue un cáncer en estadio precoz, sin señales de extensión fuera del pecho. El cirujano examinó sus mamografías previas y el cáncer ya estaba presente en ellas, aunque más pequeño. Este pequeño tumor no había sido pasado por alto, sino que le habían realizado mamografías cada seis meses y no había crecido hasta ahora. Lo más destacado es que estas mamografías se habían realizado desde nueve años antes. Ella estaba encantada de que el diagnóstico se hubiera demorado y de haberse convertido en una enferma a la edad de 69, en vez de a la edad de 60. Este ejemplo corrobora lo que decía nuestro eminente médico, el doctor Gregorio Marañón, 'no hay enfermedades sino enfermos', o lo que es lo mismo, en medicina dos más dos, a veces, no son cuatro.


Por eso me atrevo a recomendarle, si tiene la mala suerte en el futuro ?ojalá no- de que a usted o a un familiar suyo el médico le informe de un hallazgo no esperado en un chequeo preventivo o rutinario, que le requiera toda clase de información antes de realizar otras exploraciones diagnósticas o tratamientos, y, si no queda tranquilo/a, confiado/a, después de la explicación, que pida, si le es posible, una segunda opinión médica.




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