Opinión

Gracias

En lgún sitio he oído o leído que las tres palabras que más nos gusta escuchar, cuando alguien habla con nosotros, son: nuestro nombre, gracias y por favor.

Como no puedo pronunciar el nombre de cada uno de los lectores, ni pedirle por favor que lea el artículo porque ya lo está haciendo, daré sinceramente las gracias a todas aquellas personas con las que estoy en deuda y no he tenido la oportunidad de hacerlo anteriormente, y a las que ya se las he dado pero quiero concedérselas de nuevo.

Gracias a Óscar Outeiriño, consejero delegado de este diario, por haberme solicitado un artículo sobre el asma bronquial para publicar en su periódico en la primavera de 2010. Me permitió seguir escribiendo, con mayor o menor acierto, sobre asuntos que consideré de interés en cada momento, y casi todos relacionados de alguna u otra forma con mi profesión.

Gracias a todas aquellas personas conocidas, muchas de ellas profesionales relacionados con la sanidad, en activo y retirados, que me han manifestado interés por los artículos y me han animado a seguir escribiendo. Con muchos de ellos/ellas tengo una relación (casi) de amistad y sé que sus alabanzas se deben más a este detalle que a la calidad de los escritos, pero quiero darles doblemente las gracias, también por su afecto. Permítanme citar a don Julio Conde Ansias, un fenomenal maestro cuando ejerció, y una buena persona siempre, al que estoy muy orgulloso de haber conocido a través de la familia de mi mujer, a la que trató cuando fue ejercer de maestro a Porto de Sanabaria hace muchos años. Y a Elsa y María del Carmen Prado, encantadoras vecinas, y al eminente profesor don Agustín Madarnás. Y también a María Fernández, que siempre, de palabra o a través del correo electrónico, me felicitó y alentó a seguir escribiendo.

Gracias igualmente a las personas conocidas que me han expuesto su desacuerdo con las opiniones expresadas en alguno de los artículos. Han sido menos, pero tal vez solo se deba a que siempre cuesta más exteriorizar la discrepancia que el acuerdo y porque solo sabe Dios cuantas no han pasado de las primeras líneas de lectura por no haberles gustado lo que en ellas se decía, y por tanto tampoco conocieron lo que en el resto se opinaba. Además, pienso, como lo hacía Oscar Wilde, “cuando la gente está de acuerdo conmigo, siento siempre que debo estar equivocado”. También mi admirado Albert Einstein pensaba que “una velada en que todos los presentes estén absolutamente de acuerdo es una velada perdida”.

Gracias a todas las personas desconocidas que se han parado en la calle conmigo para agradecerme los artículos, mostrarme el acuerdo con lo que en ellos se decía y estimularme a seguir escribiendo por considerarlos de utilidad para ellas y para muchas otras personas de su círculo de amigos/as que se lo habían manifestado. Y a las que, por el mismo motivo y sin conocerme, lo han hecho a través del correo electrónico.

Gracias además a diversas webs y blogs que han reproducido ciertos artículos en su totalidad o de forma parcial. Y cito algunas webs y blogs: anenf.com, afinsyfraco.es, es.shvoong.com, estufasdeexteriores.com, tosomarcelainfosalud-sofia.over-blog.es, gimnasiomarbel.blogspot.com.

Gracias a los amigos que me han censurado pifias cometidas en los escritos. La última, llamarle a Borges, José Luís, cuando su verdadero nombre es Jorge Luís. ¡En quién estaría pensando!

Gracias por último a dos magníficos profesionales de La Región, Miguel Sánchez y Lalo Pavón, subdirector y jefe de sección de publicaciones especiales respectivamente, que en ocasiones mejoraron la calidad de las fotos que acompañaban a los artículos y algún encabezamiento.

Mis disculpas a aquellas personas o profesionales médicos que se hayan sentido ofendidas/os por opiniones expresadas en determinados artículos. Creo que nunca he realizado ataque personal alguno, pero no puedo decir lo mismo de que en ciertos pareceres no haya o hayan estado determinadas personas en mi pensamiento. Pero eso solo yo lo conozco y nadie que se haya dado por aludido/a sabrá nunca si se referían o no a su persona. Creo que fue Sócrates quién dijo que una vida sin crítica, entendida como análisis u opinión -no como murmuración o vituperación, como casi siempre la interpretamos en nuestro país-, no merece la pena ser vivida.

Mis disculpas también a empresas o entidades privadas, como la industria farmacéutica, y organismos públicos, especialmente sanitarios, por si en alguna ocasión se han considerado desacreditadas/os. Reconozco que 'todo es demasiado complicado para que los hombres puedan entenderlo' (Eclesiastés), y acepto, por supuesto, que mis apreciaciones no hayan sido del todo acertadas, pero aún así les rogaría que recordaran lo que muy bien expresó Voltaire, 'yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo'.

La intencionalidad de los juicios u opiniones se ha basado únicamente en mis genes y el aprendizaje (poco o mucho, malo o bueno) de tantos años, y se puede resumir en dos máximas, las que desde antes de conocer trato de cumplir. Una de Baltasar Gracián, 'hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos”, y la otra de William Shakespeare, “pero sobre todo: sé fiel a ti mismo, y sigue esto como la noche al día: entonces no defraudarás a nadie”.

Quiero terminar esta carta como la he empezado, pareciéndome a un hombre de bien. Francisco de Quevedo dijo que el agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien.

Les deseo que sigan disfrutando de unas felices y saludables vacaciones.

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