Opinión

Desconectar para reconectar


Hay veces que es necesario parar, ir demasiado rápido no siempre es un acierto. El covid nos ha llevado a cambiar nuestros hábitos, esto es una realidad, nuestro ritmo de vida ya no es el que era. Las prisas, el estrés y el caos buscan pasar a un segundo plano para dar paso a una nueva filosofía, el slow living.

La tendencia slow life se encuentra estrechamente relacionada con el minimalismo, una forma de vivir sencilla y alejada del desorden. El compromiso es un deber y sentirse realizados es una obligación. Evadirse y conectar con otros estilos de vida nos lleva a transportarnos a un mundo distinto y a sentirnos mucho mejor con todo lo que hacemos, disfrutando de cada actividad cotidiana por pequeña que sea esta. La pandemia ha ralentizado el ritmo de nuestra vida, abogando por recuperar el ritmo natural de las cosas: desde cocinar un pastel a disfrutar de la lectura de un libro.

Se trata de valorar cada momento, las distintas prácticas del día a día: las relaciones personales, el tiempo de ocio, en la vida laboral... también busca dejar la tecnología apartada para así poder entrar en contacto con la naturaleza y el entorno, de esta forma se pasa a ayudar al cuerpo y sobre todo a la mente. Mens sana in corpore sano.

Los intereses que rondan alrededor de esta corriente no son nada nuevos, desde hace más de una década se han pasado a compartir vídeos en YouTube de música ambiental que se asocia a un estilo de vida relajado y centrado en el momento actual. 

Pero, el incremento de su interés ha surgido a raíz de la pandemia y, según datos globales de YouTube, en 2020 la visualización de vídeos que incluyen la palabra slow living se ha multiplicado por cuatro en comparación con los del año anterior. Este contenido ha pasado a consumirse más que nunca.

Este crecimiento esconde un importante significado para las marcas, los profesionales del marketing y los anunciantes. El cambio de comportamiento en los consumidores es una realidad, es el momento de abrir paso a nuevos deseos y necesidades. Esta corriente nos permite saber cómo es el estado de ánimo de los consumidores en ese mismo instante. Las marcas pueden aprovecharse de estos insights para reajustar sus planes creativos y de medios. Los profesionales del marketing también se aprovechan para saber cómo son sus audiencias y cómo de abiertas se encuentran para lanzar nuevos mensajes que les permita alcanzar sus objetivos.

Echar el freno a nuestro ritmo de vida acaba reflejándose en nuestra mente, de esta forma pasamos a estar mucho más tranquilos y a encontrarnos llenos de paz. El estrés deja de ser una preocupación y todos estos cambios pasan a mejorar la salud física y mental. También es importante en este punto reducir el consumo del móvil lo máximo posible, al disminuir su uso se pasa a prestar más atención a lo que te rodea y a encontrarse más conectado con la realidad.

Lo que mucha gente se pregunta y guarda muchas incógnitas es si este tipo de tendencias se mantendrán ahora, que estamos volviendo a esa “nueva normalidad”. Lo que esperamos es que esa normalidad pase a significar una mayor flexibilidad y un aumento del teletrabajo, que permita a las personas dedicar más tiempo a sus aficiones y a tener más espacio para sí mismos. En la era del clic y de la inmediatez el público busca evadirse, desconectar de la rutina y dedicar tiempo a lo que le gusta. Ahora solamente falta ver si estos nuevos hábitos se pasarán a consolidar en un mundo dominado por la agitación.

Te puede interesar