Opinión

Dos papas para hoy

Llegan a los altares dos papas del siglo XX que han llegado al corazón del mundo de su tiempo. Personalmente tengo muchas fotografías personales junto a Juan Pablo II, y Juan XXIII fue el papa de mi infancia. Recuerdo muy bien aquella tarde de 1958 cuando, siendo aún muy niño, en las "Buenas Noches" salesianas el director nos anunció que el sucesor del para nosotros gran Pío XII, era el cardenal de Venecia.

Después, en mi formación sacerdotal Juan XIII fue el referente del Vaticano II, pero sobre todo de la doctrina social que estudiábamos, aquellas siempre referentes que son las encíclicas "Mater et Magistra" y "Pacem in terris". Juan Pablo II fue capaz de continuar aquella doctrina social y con estilo bien distinto ganarse a los jóvenes de todo el mundo y contribuir decisivamente a la caída del Muro de Berlín. Dos grandes papas que con toda justicia tendrán la categoría de santos, personas ejemplares para nuestros tiempos y para siempre.

El que fuera secretario particular del papa Roncalli, el anciano Loris Capovilla, creado cardenal recientemente, afirmaba que Juan XXIII le dio un certero consejo: "Para ser cristiano hace falta pensar en grande y mirar lejos y hacia lo alto". Justo lo que predicó y practicó aquel pontífice cercano capaz de romper moldes. Es muy positivo el poder venerar desde ahora a unas personas de nuestro tiempo a las que hemos podido ver de cerca haciendo así la santidad algo cercano. Porque tal vez conciben algunos la santidad como algo lejano y difícil, porque sus vidas las hemos podido observar. Y en esto debe empeñarse la Iglesia, en mostrar a personajes imitables. Hombres y mujeres con defectos y virtudes como todos los mortales, que llegan a los altares después de una lucha constante en el esfuerzo por los grandes ideales y en el testimonio contundente de sus vidas.

Pueden, y eso creo, llegar al cielo infinidad de personas, creo que la gran mayoría, pero sólo llegan a la Gloria de Bernini aquellos que son ejemplares para los demás. Y en este sentido, tanto Juan XXIII como Juan Pablo II lo han sido tras su continuo testimonio en medio del mundo. El patriarca de Venecia, incluso en la vida diplomática, y el papa Wojtyla, interviniendo decisivamente en la libertad de su pueblo y en la unidad. Su origen polaco y su vida pasada en su juventud entre penurias políticas le facultaron para ese testimonio contundente pidiendo la libertad para naciones que vivían sin ella tras dictaduras de todo tipo. La caída del Muro es sólo un ejemplo. Supo lo que era sufrir persecución en su propia carne por regimenes totalitarios.

Por eso es un día de gozo y un servicio más que hace la Iglesia al mundo al mostrar a dos de sus hijos que han sido capaces de luchar por la sociedad libre y por la justicia social, como Roncalli.

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