Opinión

Ser lo que haga falta

Fueron célebres las imágenes de Carod Rovira y el entonces president de la Generalitat Pasqual Maragall, colocándose una corona de espinas en su vista a Tierra Santa. Hace unos meses, el honorable Artur Mas se fotografió frente al Muro de las Lamentaciones en postura propia de los judíos, y antes lo había hecho Leonel Messi. Cierto que el papa Juan Pablo II, hoy beato, cuando acudió al lugar depositó un mensaje en el mismo muro junto con responsables de la comunidad judía.

Déjenme que les cuente uno de mis muchos pecados, que así lo consideré después de cometerlo. Ya lo he contado mil veces. Fuimos a Tierra Santa un grupo numeroso allá en la década de los setenta. Entre ellos mi buen y llorado amigo el cura del Couto, el entrañable don José. Era un gallego en ejercicio y con un inmenso sentido del humor muy de la tierra. En Jerusalén fuimos los dos juntos primero de compras. Me asustó cuando vi que compraba cientos de rosarios para sus feligreses. En un momento me dijo: “Vente conmigo, vamos al muro de las Lamentaciones”. Nos compramos sendas kipás y allá nos fuimos. Una vez allí nos acercamos al muro y, haciendo el gesto de los judíos, muy serios, nos sacamos fotografías que conservo.

De vuelta de la “hazaña” recapacitamos y mutuamente combinamos que habíamos cometido un pecado. “Tú imagínate -me decía el bueno del monseñor de Piñeiro- que me entran unos judíos, budistas o musulmanes en la iglesia de O Couto y se ponen delante de la Virgen o del Sagrario haciendo que rezan y por encima se sacan una foto… Una mofa en toda regla y con la 'kipá', incluida”. Bien que nos pesó ha aquella acción a los dos y que siempre lo recordábamos.

Pues bien, ahora el president Mas y el argentino jugador del equipo del Nou Camp van y hacen lo mismo. ¡Mira tú el “Pipita” siguiendo el ejemplo! Lo que subyace en las fotos es una falta como la nuestra. Desconozco las creencias religiosas de los citados, pero lo que es indudable es que hay cosas con las que nunca se debe jugar porque ello lleva a la irreverencia.

Y esto también a la hora de juzgar hechos similares en cualquier templo religioso. Ya sea una mezquita, una sinagoga, una pagoda, un templo cristiano o lo que fuese, merece el más estricto respeto. Por eso, de igual modo es irreverencia y mofa toda la parafernalia que algunos arman en torno a una boda, un bautizo o una primera comunión. De todo punto inaceptable. Es mucho más laudable que se realicen esos actos llamándolos por su nombre y meramente civiles. Es mucho mejor, si carecen de fe, que así lo hagan antes de hacer la pantomima y simulación.

Tengo muy claro que algunos de esos sacramentos son totalmente inválidos o al menos de dudosa licitud. Personalmente entiendo que son total y absolutamente nulos por el fondo, la forma, la preparación y sobre todo por la falta de fe de quienes lo contraen. Es fundamental el respeto a las creencias, a todas. Y más grave que se celebrasen porque así “viste más”, o luce por la majestuosidad del lugar.

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