Opinión

De aquellas soberbias estos (IM) pactos

Aqué os extrañáis grandísimos pequeños?, ¿a qué tanto alboroto, nobilísimos barones (con ‘b’ de abuso) e hidalgos hijos de… algo? ¿A qué ese rechinar de vísceras y ese escándalo en el ágora del pueblo? F.F.F.F.F., ‘fuisteis de fiasco en fiasco hasta el fracaso final’. ¿Y ahora qué? Ahora solo os queda pactar de qué árbol ahorcaros. 


No solo de pan vive el hombre. O de éxitos económicos. No solo de mayorías absolutas se sostienen los gobiernos. Ni, por supuesto, el PP. No solo de ‘ERES’, UGTS y trapicheos se mantienen los PSOES. Practicasteis un talante de boquilla, os refocilasteis en el ímpetu del KO. Todo os lo pasasteis por el arco del triunfo, unos y otros. De aquellos lodos vinieron estos polvos, y ahora os han dado por donde la espalda deja de tener hernias discales. Ahora no sois nadie en San Jerónimo, ni siquiera para los ujieres. 

 De aquellos ‘Ánsares’ vinieron los ‘Zapateros’, y de aquellos remendones los ‘Rajois’. De aquellas Azores, llegó la muerte en trenes. De aquellas armas de destrucción masiva, esta Yihad. De aquellas (pre)potencias estos terrorismos. De aquellos ‘crecimientos desacelerados’, estas crisis. De aquellas troikas, estos recortes. De aquella ‘ley mordaza’ este ‘go home’. De aquellos políticos profesionales, estos politólogos bisoños. De aquellos no enmendalla y sostenella llegamos a las elecciones. Se abrieron las urnas. Y la peña votó lo que votó. 

 Y ahí lo tenéis: De las soberbias, sorpresas. De don Tancredo, epilepsias. Del rodillo, sectarismos. De los Arriolas, frikis. De las calmas, tempestades. De los que nada podían cambiar, los podemitas. De la parsimonia, el desconcierto. De aquellas mayorías, estos galimatías. De aquellos puentes rotos, estos istmos, populismos e independentismos. De aquella erótica del poder, quizá un onanismo más íntimo. El caso es que llegó lo que llegó. 

 Ahora hay de todo en el Congreso: caspas y rastras, Opus y agnósticos, barones y perroflautas, viejas glorias y bebés, carteras y mochilas, chóferes y bicicletas, marcas blancas y líneas rojas, corbatas y jerseys. Ahora, por fin, está el país al completo. Tal y como es. Ahora pues, a pactar, grandísimos hijos de... alguien. ¿No queréis todos lo mejor? Jugaros la gobernabilidad al chinchimoni, rediez. Y si no al charco otra vez. Sí, sí, a las urnas me refiero, pero enterrados bien abajo, no vaya a ser que regreséis.

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