Opinión

A ti mujer desconocida

Qué fuerza es esa, amiga, que te hace siempre obedecer, que te anula, que te humilla, que te maltrata y te mata? ¿Qué interés se te sigue, cenicienta, en esta historia de humillaciones, temores y grilletes de cristal? ¿Cómo has podido llegar hasta aquí? A ti te escribo mujer desconocida.

Elige bien tu príncipe encantado. El sapo alfa es un ser rudimentario capaz de interpretar un ‘no’ como un cumplido. Se prudente. No le beses solo por ver cómo reacciona. Se puede trasformar en un idiota.

Así como hay miradas que matan, las hay que pueden poner las cosas en su sitio. Ahora bien, jamás pierdas tu tiempo en un vis a vis con un imbécil. Ni te comportes como tal aceptando su insistencia machacona. “Ni lo sueñes”, “ni de coña, vamos”. Dile bien claro lo que sientes.

Mantén de par en par las puertas bien cerradas, sobre todo si de entrada le abriste ya las piernas. No des rodeos ni circunloquios. Frases cortas. Si acaso imprecaciones. Los acosadores son como los tumores y se crecen si no los extirpas al comienzo. O si les contestas los WhatsApp.

Mira a los ojos de quien te acosa. Nunca muestres miedo a quien te intenta controlar. Amor con amor se paga y no con emoticonos. Y menos con amenazas. Pero que tu lenguaje corporal no incite al devaneo. Tirarte –pongamos por caso- al segurata de tu empresa, puede obligarte a cargar después con sus demonios. Por más poderoso que sea, el no parar a su debido tiempo al tonto de la baba de tu jefe puede asquearte de recuerdos. No consientas ambigüedades sexistas. Ni facecias. Y si insinuándose insinuase un chantaje laboral y fuese un Strauss-Kahn, fóllatelo: grávalo. Si un pringao, dale una patada en los cojones.

Si es tu novio, amigovio o tu pareja, y el verbo ya se hizo escarnio, exígele un mínimo respeto. Las riñas siempre son amargas, aun aderezadas con la miel de los reencuentros.

Deja claro tu rechazo desde el primer momento. No te líes. No permitas, como Dios, el pecado de la ofensa. Huye de quien te maltrata la primera vez. La segunda será por culpa propia. No posibilites un futuro, siquiera sea inmediato, de hematomas. Ni abrigues falsas esperanzas de enmendarle. No te calles. Si no, otorgas.

Si vis pacem para bellum. Pero es mejor que la paz la encuentres por ti sola y que la guerra se prepare en los juzgados. Ten cuidado con firmar un armisticio por las buenas. Hay sentencias que se incumplen de antemano.

Hay silencios que matan por sí solos. Grita. Corre. No vuelvas siquiera la cabeza. No permitas que la tuya sea otra historia cuyo final me abstendré de releerte. Van miles y todas se parecen…

Te puede interesar