Opinión

Acceso aéreo o subterráneo

Los vecinos que se sienten afectados por el trazado del futuro enlace del polígono de San Cibrao con la A-52 se han constituido en plataforma para unificar criterios en la oposición al mismo, que les parece bueno si no les afecta a ellos.La plataforma y los argumentos utilizados se parecen como una gota de agua a otra a todos los procesos deeste tipo a lo largo de los últimos lustros. No hay carretera, autovía, puente, enlace o infraestructura que se precie, que no genere una plataforma vecinal en contra. Es la lógica respuesta a la defensa de los intereses propios y al afán de conservar las propiedades intactas.

El problema radica en que obras como ésta consisten en una carretera que, obligatoriamente habrá de ser construida por la superficie terrestre que afecta a vidas y haciendas de las que son titulares personas con nombre y apellidos. Entonces el argumento de la plataforma -y de todas- de estar a favor de la carretera, pero con la coletilla de que se haga en otra parte, es difícil de sostener, porque en esos otros puntos, las propiedades también son privadas, con idénticos derechos. Desde el punto de vista personal son actitudes entendibles, aunque en general poco razonables que suanan a ingeniería amateur. Discutir una carretera porque tiene pendientes del 6% es como hacerlo con la red viaria española en su conjunto, llena de tramos con ese porcentaje -o peores, en las vías antiguas o de montaña- que, además, se atienen a la normativa internacional. Sólo valdría un acceso aéreo o subterráneo, que parecen inviables por razones obvias. Es sólo un ejemplo.

Hay un asunto de fondo que es clave. El enlace del Polígono con la A-52 es una necesidad perentoria, ligada a la competitividad de las empresas que dan vida y generan actividad económica, entre otros, a los municipios citados y puestos de trabajo a bastantes vecinos. Hablamos de interés general, que ha de ir sobre el particular. Otra cosa es que esa infraestructura tan imprescindible como improrrogable, indemnice generosamente a los afectados. No está escrito en ningún lado que el coste del bien común deba ser soportado por unos cuantos.

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