Opinión

Ambiente irrespirable

La última vuelta de tuerca atribuida al entorno del extesorero del PP, Luis Bárcenas, filtrando que los altos dirigentes del partido cobraron sobresueldos en dinero negro durante los últimos veinte años, ha levantado una tormenta de tal calibre que exige determinación, audacia y sinceridad a partes iguales y en cantidades suficientes para desactivarla. La vara mágica de Rajoy de aplicar el no hacer nada ante los conflictos, será insuficiente esta vez, porque el recorrido del descrédito de la clase política a base de protagonizar, amparar o tolerar la corrupción en los aledaños -o en el corazón mismo, según lo publicado- del poder, se ha ensanchado hasta convertirse en una vía intransitable en un país democrático.

Dice Rajoy que no le temblará la mano. Lo reiteró De Cospedal en Lugo en el congreso del PPdeG y lo repiten los dirigentes populares, aunque entre todos no consiguen evitar que el estruendo de las sospechas ahogue unas explicaciones que parecen hechas en off. Tal vez porque nadie ha aclarado cuestiones tan básicas como que el corrupto Bárcenas siguiese campando a sus anchas en el cuartel general del PP, si es que, como se insiste, no está en el partido.

España no puede seguir bajo esta atmósfera irrespirable de corrupción generalizada, de norte a sur de este a oeste; de izquierda a derecha, pasando por el centro. Se hace imprescindible una limpieza que devuelva a los ciudadanos la sensación de que la política es noble vocación de servicio y no un trampolín para medrar y hacer fortuna a costa de otros.

Es un trabajo de todos, aunque en estos momentos el PP está más urgido en tomar la delantera, visto el cariz de los acontecimientos que alguien sitúa en el entorno de su sede y del mismo despacho de Rajoy.

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