Opinión

Asignaciones impropias

Después del lío montado a cuenta de los gastos impropios por parte del grupo municipal socialista, llega la explicitación general de cuentas. Se refieren al destino de las asignaciones que cada partido recibe del Concello -en torno a 180.000 euros anuales en total- para facilitar el desarrollo de su labor, aunque como son de uso discrecional, la realidad es que van a usos variopintos.

Polémicas como la referida van siempre acompañadas de altas dosis de hipocresía. Cada uno utiliza el dinero a su libre albedrío, dando por hecho que el suyo es un uso apropiado. Como las interpretaciones son libérrimas, cada cual coloca el listón ético donde estima oportuno, coincidente con la posición que defiende. Los que lo hacen mal son los otros, viene a ser la filosofía.

La política ejerce extraños poderes sobre algunos de quienes se dedican a ella. Antes de entrar todo el mundo tiene claro que el dinero público es de todos, pero los hay que en cuanto traspasan el umbral hacia donde se maneja dinero, dan en creer que ese mismo dinero no es de nadie, con lo cual pueden hacer con ello lo que se les antoje.

Estando claro que los grupos políticos precisan de medios para ejercer la labor encomendada, sería útil abrir el debate sobre si esa necesidad ha de llegar aparejada una asignación económica periódica de uso discrecional, o si sería suficiente con la concesión de un local dotado de todo lo necesario para su funcionamiento, incluido el personal de confianza.

Cuando las estrecheces y los recortes se apoderan de las administraciones, obligando a abdicar de prestaciones que beneficiaban a gente necesitada, resulta difícil de justificar que los partidos precisen de dineros que luego acaban siendo gastados en cosas que poco tienen que ver con la filosofía por la que fueron habilitados. Financiar una televisión, pagar comidas y bebidas, abonar el alquiler de la sede de un partido o pagar gastos de representación -u otros conceptos genéricos igual de vagos- que nadie sabe en qué consisten realmente, caen lejos de lo que se considera necesario para hacer política municipal.

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