Opinión

El disfrute de los vándalos

Qué tendrán los vándalos en la cabeza que les permite disfrutar mientras provocan daños o destrozos en los bienes ajenos o con las consecuencias? Ahora la han tomado con las instalaciones termales, la fuente de O Tinteiro por un lado y la piscina de As Burgas por otro; ambos enclaves han sido atacados en varias ocasiones cada uno en un corto espacio de tiempo.

En este asunto, como en otros menos sonados, se está echando de menos la acción de los cuerpos de seguridad, todos -según su ámbito de competencias-, seguramente limitados por la falta de medios. (Hace meses se produjo un asalto a una escuela del rural y en el cuartel correspondiente de la Guardia Civil respondieron al denunciante que no podían desplazarse al lugar por falta de agentes, cuando se supone que su concurso era imprecindible para ver cómo quedaron las instalaciones y tratar de hallar huellas. Sumemos la piromanía en inmuebles de Parada de Sil, cuya investigación quedó en el limbo).El problema es que la inacción, si fuere el caso, o la ineficacia en la búsqueda de los responsables de acciones delictivas, dan la impresión de impunidad para los amigos de lo ajeno, que suelen serlo tanto como enemigos de lo público.

Las administraciones gastan al año muchos miles de euros en la reparación o reposición de lo dañado o destruido por unos cuantos descerebrados, que son pocos, pero que causan perjuicios enormes a las arcas públicas -también a las privadas-, o lo que es lo mismo, a todos y cada uno de los ciudadanos.

Hay que reforzar la idea de tolerancia cero con quienes no respetan lo ajeno, así como luchar contra esa idea, extendida más de la cuenta, de que lo público no es de nadie, cuando es justo al revés: es de todos. Es preciso el concurso colectivo, aunque la responsabilidad mayor esté del lado de las instituciones que tienen capacidad, competencias y facultades para hacer frente cualquier desmán. En esa labor deben contar con la cooperación ciudadana para conservar lo que tanto cuesta crear.

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