Opinión

El ejército de Gila

Atentos como estamos, casi en exclusiva, a los embates generalizados de la crisis económica y los episodios del inefable Bárcenas, olvidamos que a nuestro alrededor ocurren cosas que antaño hubiesen gozado de protagonismo informativo, pero hoy quedan relegadas bajo el drama del paro, empresas que cierran, cláusulas suelo, preferentes o los mil y un casos de corrupción que se van sucediendo día tras día.

En los últimos días, por ejemplo, se han superpuesto dos perlas ocurridas en el ejército y que tienen como protagonistas involuntarias a dos mujeres. La primera, una capitán que denunció el acoso sufrido por parte de un coronel -superior en el escalafón, para quienes desconozcan la jerarquía de empleos-, contra quien la caverna cuartelera está haciendo que sea la víctima quien pague la osadía de desafiar los galones negándose a que usía le metiese mano.

La segunda, es una juez militar, que se presentó de improviso en una unidad para investigar una posible malversación. Después de ser retenida contra su voluntad por el coronel en su despacho, Defensa ha abierto un expediente a la secuestrada. A lo que parece, debería haber llamado al sospechoso para decirle algo así: 'mire, investigo si ahí son unos corruptos, incluido usted. Estoy buscando pruebas y quería inspeccionar sus dependencias. ¿Le parece bien el miércoles próximo o prefiere otro día para que le dé tiempo a destruir cualquier documento comprometedor?'

Con sketches como el anterior se ganó la vida el genial Gila -milagroso superviviente de un fusilamiento acometido por padres o abuelos ideológicos de estos de hoy-. Tristemente, en los casos comentados, no hay broma, y si la conciencia democrática de la opinión pública no lo impide, sus carreras profesionales se irán por el sumidero. El ejército ejemplariza para evitar tentaciones semejantes, aunque sean para defender la honestidad y la dignidad personal e institucional. ¿Y qué hacen los militares demócratas para saltar en defensa del honor -ay, el honor- de sus compañeras? Hay rincones de la vida oficial en los que parece que la vida quedó detenida en 1975.

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