Opinión

La escuela y el maestro

El domingo ofrecía Maribel Outeiriño en su sección Historia en cuatro tiempos, un extracto de un reportaje sobre 'La escuela y su maestro', cuyo estilo inconfundible se compadece de principio a fin con el de Álvarez Alonso, ilustrado con fotos del entrañable Enrique Reza. Allí se habla de las infames condiciones de la escuela, de los alumnos y de los padres. Se queja el maestro de la nula relación entre padres y escuela, al tiempo que deja entrever el mayor desinterés por parte de aquellos.

Hace de esto medio siglo, lo cual nos sitúa en tiempos difíciles todavía, sobre todo en el rural, donde escaseaban recursos y sobraban necesidades. Alimentar las bocas que se juntaban a la mesa era una pequeña heroicidad, sólo posible gracias a una fragilísima economía agraria, que cualquier inclemencia atmosférica en forma de helada, granizada, sol excesivo o lluvia pertinaz, podía romper con facilidad.

Los padres de aquel tiempo -como hoy- querían lo mejor para sus hijos y lo primero en el escalafón era que comiesen, exigencia que podía chocar con otros deseos, entonces tan importantes como hoy -la formación académica-, pero subordinados frente a la pura supervivencia.

¿Y qué recuerdo tienen aquellos alumnos? Distinto, desde luego de la impresión que tenía el maestro, pues se les viene a la cabeza que son hijos del método de la letra con sangre entra, aplicado con rigor; de la leche en polvo que ellos mismos se preparaban y cuyo estado sólo era testado -si le dejaban- por el Quijote, perro famélico y pulgoso de los caseros del local que ocupaba la escuela, por otra parte gélido e indicado para la cría de mocos y sabañones.

¿Y los padres? Curiosamente, los que todavía viven, se recuerdan también solos, sin una ayuda en la tarea de educar a sus hijos, ni la más mínima predisposición por parte de las fuerzas vivas para establecer no ya relación, sino el más elemental flujo de información de un lado a otro. Las diferencias sociales establecían una sima que en aquellos tiempos resultaba infranqueable para los del lado de abajo.

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