Opinión

Estaba claro

Conforme se van conociendo detalles de la situación de Paradores, más se consolida la idea de que detrás de los problemas financieros se encuentra otro que tiene que ver con la gestión. Dada su estructura y naturaleza, los directivos siempre dieron la sensación de ser señores -señoras hay pocas- importantes, muchos de ellos colocados ahí más por afinidades ideológicas y partidarias con el poder que por su competencia profesional.

Sabemos que la cúpula tenía a su disposición un velero y ocho coches de alta gama, amén de un lote de tarjetas de crédito. Por cierto, pagar e invitar a base de visas oro que derivan el cargo a cuentas ajenas debe ser placer o sensación dignos de experimentación, aunque a la mayoría de los mortales no nos caerá esa breva en la vida.

(Esto del placer potencial es pura intuición, pero también se sustenta en una anécdota vivida hace años, cuando la casualidad quiso que en la mesa contigua a la del arriba firmante se sentase un grupo de gente entre la que figuraba el entonces máximo dirigente de Paradores. El menú y la sobremesa eran acordes con gente tan principal, que como broche despacharon unos espectaculares vegueros de Vuelta Abajo. La cuenta la asumió con la satisfacción dibujada sobre el rostro el mandamás a cuenta de una de esas tarjetas dispuestas por la compañía. Sé que la culpa de todo la tiene Zapatero, pero lo anterior ocurrió cuando éste era apenas un joven y gris diputado socialista.)

En definitiva, lo que fue enseña de la marca España en el sector turístico, precisa más gestión y menos discrecionalidad para los sueldos y gastos de los directivos. Sólo con eso, los establecimientos a los que amenazaban con echar el cierre -Monterrei y Santo Estevo en Ourense-, tienen el futuro plenamente garantizado.

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