Opinión

Una gran científica en una mujer normal

La actualidad más palpitante está en Roma, en Argentina, en España... en todo el mundo católico. El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio ha sido elegido papa y ahora se llama Francisco. Quienes saben de él destacan su proximidad, aunque ahora habrá de marcar distancias si no quiere que dentro de poco le llamen el papa Paco.

Esa realidad, la que rodea al nuevo pontífice, tapa todo lo demás, pese a que en el mundo siguen pasando cosas que también forman parte de la actualidad cotidiana. Aquí, por ejemplo, sigue vivo el eco provocado por la estancia de Ada Yonath, nobel de Química en 2009, a lo largo del pasado martes.

La científica israelí desplegó en Ourense una apretada agenda que la llevó de un lado a otro a lo largo del día, para finalizar sus comparecencias públicas con una conferencia en la sala Marie Curie del edificio Politécnico en la Universidad. De la grandeza intelectual de Yonath -embutida en un cuerpo pequeño- da cuenta, entre otros, el hecho de haber merecido el Nobel y el prestigio ganado entre sus colegas por las aportaciones a la comunidad científica; pero también la conferencia pronunciada, puesto que ser capaz de transformar una clase magistral de tan alto nivel en una intervención tan extraordinariamente sencilla hasta hacerla comprensible por los miembros de la comunidad lega que en buen número poblábamos el auditorio, es un mérito sólo al alcance de los grandes.

La charla de Ada Yonath fue más que eso, pues en su didáctica exposición fue dejando pinceladas del anclaje de una científica de talla mundial a la realidad cotidiana: su faceta personal como esposa, madre de familia y abuela embelesada con su nieta, como cualquiera de las de nuestro entorno.

La presencia de Yonath en Ourense se enmarcó dentro de los actos dedicados al Día internacional de la Mujer. Hay que agradecer a quien haya tenido la idea de traer esta señora, capaz de enseñar tanto en tan poco tiempo y, también, demostrar que la sencillez es privilegio fuera del alcance de la mayoría y, de paso, escribir una página brillante para el Campus de Ourense,

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