Opinión

Inteligencia plana

Los ourensanos han descubierto con esa mezcla de dolor e indignación que les invade en ocasiones como ésta, cuando la acción de los bárbaros es capaz de destrozar lo común con la misma facilidad que quien come pipas. (Por cierto, es falta menor, pero hay galerías y puntos de encuentro de jóvenes que a determinadas horas parecen estercoleros). La muestra más genuina es el edificio del Banco de España, recién rehabilitado, víctima ya de algún o algunos descerebrados, que el día 10 de marzo sintieron necesidad de deponer el fruto de su cerebro sobre las fachadas de edificios céntricos. Con trazo de tamaño espectacular -siempre inversamente proporcional a la materia gris que impulsa a hacerlo- aparecen los nombres de Amador e Daniel, se supone que en recuerdo de Amador Rey y Daniel Niebla, a quienes la policía franquista asesinó en la ferrolana ponte de As Pías al reprimir brutalmente una manifestación de trabajadores de Bazán.

El movimiento obrero de Ferrol y alrededores recibió entonces el inestimable apoyo de un ourensano de pro: Miguel Anxo Araújo Iglesias, en la época obispo de Mondoñedo-Ferrol, quien escribió una durísima y meritoria pastoral contra la violencia institucional. Ya en aquel entonces, en pleno franquismo, don Miguel tenía claro que 'la democracia no vendrá con las pistolas', o con la violencia, venía a decir.

La efeméride se institucionalizó luego desde el ámbito sindical como Día da Clase Obreira Galega. Desde entonces pasaron muchas cosas, en su mayoría venturosas para la sociedad gallega y ourensana. Nada ha sido gratis y fue preciso el concurso de todos.

Por eso duele especialmente que después de tanta evolución y de tanta historia construida codo a codo,, haya gente a la que sólo le queden en la cabeza dos nombres para escribirlos sobre fachadas, sin reparar en el daño que causan, o sí. Es todo el capital que reporta la inteligencia plana de los que disfrutan con el mal colectivo, frente a quienes las fuerzas de seguridad y la justicia deberían poner el máximo empeño para evitarnos sus caras e inútiles reflexiones.

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