Opinión

El interés de otros mundos

Los lectores que el pasado sábado hayan leido las cosas que contaba Jesús María Morales, cura originario de Barbadás al que la vida ha hecho trotamundos y que reside desde hace 21 años en Japón, habrán disfrutado, a la vez que intuido que detrás hay mucho más. Aciertan porque al hecho de conocer en profundidad lugares y países en los que ha desarrollado su labor misionera o apuntalado su bagaje lingüístico e intelectual, Morales ha tenido la oportunidad de trabajar en distintos lugares de Japón y de conocer al detalle la cultura nipona y sus gentes, convirtiéndose en un gran especialista.

Sería bueno que alguna institución aprovechase la circunstancia para proponerle una conferencia sobre sus experiencias y el Japón profundo más allá de tópicos y estereotipos. Maneja un montón de datos interesantes relacionados con la actualidad, como que la central nuclear de Fukushima, destrozada por el tsunami de 2011 tardará unos 70 años en dejar de constituir un peligro para la población, o que los japoneses apenas toman vacaciones a lo largo de su vida laboral; o que son muy ahorradores.

También puede ofrecer información del ámbito económico y su influencia. Sonríe cuando escucha quejas sobre los copagos aplicados aquí por culpa de la crisis, pues allí esa fórmula es rutina. Puede hablar, igualmente, del carácter austero, solidario y disciplinado de los japoneses, con un sentido del egoísmo mucho menos acentuado que en la cultura occidental.

Morales todavía atesora otras dos virtudes que le hacen interesante: a mayores de ser un personaje vivido y viajado, al regresar a los cuarteles de invierno para descansar y recargar energía, coincide y comparte experiencias en la sede de los Javerianos con compañeros que, como él, vienen de otras partes calientes del mundo, en el África de los problemas, Brasil, Colombia o Blangla Desh, por citar solo unos ejemplos, con sus respectivas realidades. Por último, es buen conversador y se le escucha con agrado, capaz de transmitir que su mundo es un mundo, pese a su modestia.

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