Opinión

Ley y entendimiento

La búsqueda de argucias para sortear los preceptos legales desvela situaciones de verdadero ingenio por parte de algunas personas. Siempre se dijo que hecha la ley, hecha la trampa y, por tanto, en cuanto entra en vigor la primera, los más espabilados se ponen manos a la obra en busca de un hueco entre la segunda para, llegado el caso, eludir las consecuencias previstas para los incumplidores.

Decía Ortega que entre lo sublime y el ridículo hay sólo un paso; sería, en lo que se refiere a lo comentado, donde caen quienes rizan el rizo a más no poder, o alumbran lo que pueden porque sus entendederas no dan para más. Este último apartado engloba al común de los mortales, aunque la inmensa mayoría asume su ignorancia y eso nos vuelve prudentes. También por la simple aplicación de aquel viejo refrán de que la ley para j..., obedecerla.

Pero los hay que por huir de la vulgaridad buscan cualquier coartada para sacudirse las consecuencias legales de sus acciones. Se ve entre los fachas lingüísticos y fóbicos con los nacionalismos. Recuerden aquella viguesa que no dudó en exhibir a su retoño como lelo -que no lo es; en todo caso, la progenitora- en televisión afirmando que su retoño se traumatizaba porque no entendía el gallego en el colegio. Hace meses hubo cierta polémica con denuncias a conductores que no entendían señales de tráfico, también rotuladas en gallego. Y hace unos días se conoció la batalla de un sindicalista conductor, o al revés, denunciado por aparcar en zona de carga, alegando ignorar el significado de una palabra.

El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento -sin agás posible-, según reza en el artículo sexto del Código Civil. Pero si hubiere excepciones, sólo hace falta hacerse pasar por analfabetos en cualquier idioma -¿por qué limitarse al gallego?-, aún en castellano, alegando que el día que se habló de esa palabra no fuimos a clase. O que nuestra maestra no enseñó justamente eso -los ex alumnos de doña Nieves tendríamos que hacerlo a hurtadillas, pues se levantaría de la tumba para ser ella la que nos reprobase con severidad-. Todo es probarlo, a ver qué pasa.

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