Opinión

El mundo al revés

La Universidad atraviesa por momentos difíciles, derivados de la situación general. En Ourense, la cosa adquiere tintes muy preocupantes, aunque hay asuntos enredados al límite que nada tienen que ver con la crisis ni la falta de medios económicos. Hablamos de Ingeniería Física, por ejemplo, cuya posible implantación no consideran los responsables de la facultad de Ciencias, decantados por reclamar que se mantengan los tres grados existentes. Podía ser peor, pues podrían rechazarla de facto, como sucedió con anterioridad.

A poco que se trate de entender este sinsentido, aparece negro sobre blanco que el problema de Ciencias con Física se reduce al ámbito de las antipatías o enemistades pesonales. Asumiendo la licitud de cualquier sentimiento, lo personal no puede condicionar lo colectivo y menos cuando dos grados de esa facultad tienen sobre sí la escasez de matrículas como una espada de Damocles. Si quienes ostentan capacidad para ello reproducen la fórmula utilizada hace cuatro años por Ciencias para cargarse Física, el futuro es negro. Es lo que tiene agarrarse a argumentos de alto riesgo, por más que el decano los calificase de democráticos en julio de 2009, en declaraciones a La Región.

Mientras, la opinión pública ourensana asiste estupefacta a estos episodios, sin entender cómo en tierra de carencias, que debieran impulsar a hacer bandera de la unidad, algunas fuerzas vivas se enzarzan en diatribas tan enconadas como fútiles por un quítame allá esas pajas. Si existe la mínima posibilidad para Ingeniería Física, y fracasa, que cargue con la culpa quien sea, pero que ningún ourensano acepte ese baldón, máxime, cuando la quieren las instituciones políticas, económicas y sociales, la quiere el Consello Social y la ven justa los mandatarios de la Universidad. ¿Dónde está el problema? ¿En qué país vivimos?

Los últimos acontecimientos ponen la pelota en el Rectorado. Debe ser este órgano y el propio rector quienes sitúen las cosas en su sitio de forma que en uso de sus atribuciones hagan valer el sentidiño y eviten que aquí el mundo parezca del revés.

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