Opinión

El plan del candado

Parece ser que Paradores reconsidera el plan de cierre definitivo de un lote de establecimientos, el temporal de otros y el despido de más de seiscientos trabajadores. Entre los afectados están, o estaban, el de Monterrei entre los primeros, y el de Santo Estevo en los segundos. Al tiempo, el ministro de Industria justifica cierres y despidos -ya está bien de manosear eufemismos- en las pérdidas del último ejercicio frente a los beneficios de 2004. Diga lo que diga el señor Soria y quienes mandan en la sociedad Paradores, es evidente que quienes hayan urdido el plan mentado, o no tienen ni idea -difícilmente creíble en esos niveles-, o meten la tijera por el lado más fácil, eventualidad más verosímil. De cualquier forma, las decisiones son ajenas al fondo de la cuestión.

Ciñéndonos a Verín y Santo Estevo, concretamente, habrá que preguntarse por las razones verdaderas para que produzcan pérdidas, porque tendremos que dar por sentado que se dan, sino quedarían fuera del plan del candado. El de Monterrei está ubicado en un enclave privilegiado por ser centro de comunicaciones importante y cabecera de comarca con sectores económicos pujantes. Santo Estevo está en un lugar bien distinto, pero más espectacular, con extraordinarias posibilidades de éxito en la explotación, como ya se demostró en sus primeros años, que son los más difíciles, por la complejidad de llevar clientes a un sitio desconocido del gran público.

Por tanto, la solución estaría en cambiar la estrategia de marketing, con una gestión más dinámica que pase por ir a buscar clientes en vez de limitarse a esperar por ellos en la puerta, pero nunca cerrar la puerta. Eso sería un disparate como si se decidiese eliminar los coches porque hay muchos accidentes, en vez de arreglar las carreteras.

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