El PSdeG acaba de sancionar un nuevo sistema para la elección de líder. Es una fórmula pionera que tiene el mérito de haber salvado las fuertes reticencias de Ferraz. En todo caso, el invento alumbrado aquí llega con varias incógnitas bajo el brazo.
Quien está llamado a gobernar el partido ha de alcanzar el respaldo de un congreso que, desde ya, tiene inferior marchamo democrático que las primarias, toda vez que con éstas vota la militancia de base y en áquel, las decisiones se toman por voto delegado. En todo caso, ¿qué pasaría si un proceso congresual tumba a la persona más respaldada en las primarias? Recuérdese que casi el 60 por ciento de las bases callaron el sábado. ¿Y si esa hipotética mayoría se movilizase en un congreso? Es cienciaficción, pero en su día el aparato tumbó a Borrell frente a Almunia.
Por otro lado, con el escrutinio aún humeante, Gómez Besteiro y otros personajes destacados del partido en Galicia, indicó que en ese punto comenzaba la reconquista para echar a Núñez Feijóo de San Caetano. La fe mueve montañas y la esperanza es lo último que se pierde; además, ¿de qué otra forma puede comenzar uno a gobernar un partido si no es imbuido del mayor entusiasmo?
De todo ello necesitará para alcanzar con éxito esa meta, hoy lejana. La flamante máxima autoridad de socialismo gallego tiene antes ante sí un reto peliagudo, sin cuya solución es imposible gozar de las mínimas posibilidades. Debe lograr que dentro del PSdeG voten todos lo mismo. Ahora mismo hay afiliados, incluso entre cargos orgánicos e institucionales, que tienen por enemigos a compañeiros con los que hace años comparten militancia.
Puede que las primarias marquen un punto de inflexión, aunque quienes se cobijan bajo las siglas del PSdeG deben asumir que sin paz interna todavía existen posibilidades de ir a peor. (Si hoy hubiese elecciones municipales, por ejemplo, podría apostarse doble contra sencillo que perderían las grandes alcaldías que hoy gobiernan en precario). Sólo con un partido unido y fresco estarán en condiciones de pensar en objetivos más ambiciosos.
